jueves, 16 de abril de 2015

¿ESTAMOS IGUAL O PEOR?

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La situación económica general sigue siendo el caballo de batalla de la ciudadanía y la clase política. Escasos serán los que lleguen a la conclusión que éstos no han tenido nada que ver en la crisis generada a nivel mundial y desde luego que los condenan directamente, entre otras cosas, porque no han sabido hallar las fórmulas que nos permitieran recuperarnos. Por el contrario, han aprovechado situación tan pésima para colocar leyes y decretos que para nada tienen relación con el mal momento económico, pero como andamos condicionados por la falta de recursos de todo tipo que mal llevamos y esto nos resta atención, para ellos es el mejor momento. Leyes como la conocida como mordaza, los nuevos planteamientos para la del aborto, la de educación, la de sanidad, etc., han sido gravemente retocadas y con la clara y única intención de limitar aún más los espacios y las libertades de la ciudadanía. Entre ellas, la que obliga al ciudadano que quiera quejarse a cuidar al máximo sus expresiones callejeras o en medios de comunicación, porque puede resultarle muy caro.

Mientras, en contra de las opiniones de quienes gestionan el país, es evidente que la mejora, en caso de que sea cierta, por aquí no llega. Seguimos con unos niveles de desempleo desproporcionados para la población activa de nuestra ciudad, que, si la unimos al resto de la provincia, comprobamos con tristeza el por qué somos la única en el contexto nacional en la que el paro registrado en la última EPA ha subido; el resto, incluida Andalucía, ha registrado datos positivos. Nosotros, no. Dicho esto, con elecciones municipales de por medio y en el resto del país también autonómicas, ni entendemos ni aceptamos que, luego del resultado de las elecciones para la presidencia y renovación de la Junta y el Parlamento, aún nos mantengamos con un gobierno provisional. Ahora más que nunca es cuando comprobamos la valía y calaña de quienes han sido votados por la ciudadanía precisamente para que les saquen del atolladero en el que ellos mismos los han metido y en el que están desde hace años. Unos, porque la presidenta accidental y su grupo no acepta las condiciones impuestas; otros, porque le han exigido tres o cuatro puntos y sin éstos aprobados tampoco le apoyarán en la investidura. Tampoco faltan los que con cuatro o cinco votos quieren la presidencia, porque por pedir que no quede. Es decir, en el registro general de intenciones de nuestros representantes, mientras no se demuestre lo contrario, aún se mantiene la mala leche por el resultado electoral que no les ha proporcionado lo que tanto ansiaban.

A todo esto, Andalucía tomando decisiones con cuenta gotas porque le es imposible decidir sin el parlamento y las correspondientes comisiones de trabajo constituidas, y confirmando las pocas y escasísimas ganas que tienen de enderezar el rumbo y poner a andar un proceso que, de acuerdo con sus propias palabras y mensajes escuchados a lo largo de la campaña de marzo, el único objetivo que tienen es el de reflotar nuestra economía. Aunque a muchos les costará reconocerlo y resistirán hasta el final, lo que parece evidente es que lo de estar en manos de políticos interesados más en ellos y en las siglas de sus respectivos partidos al final acaba siendo una ruina. Puede que no sea así y que cada organización política decida de forma autónoma sus políticas, pero lo que percibimos es que es desde Madrid y Barcelona desde donde se dirige nuestro futuro. Mala cosa desde luego, pero ese ha sido el resultado electoral y estamos obligados a aceptarlo.