El
arre que es tarde de las obras municipales es comprensible siendo
conscientes de lo importante que es para quienes las decidieron en su
día que estén finalizadas antes de la jornada clave, es decir, el
24 de mayo próximo. Es evidente que todas ellas responden a una
estrategia electoral y no hace falta entrar en detalles para deducir
que se trata, una vez puestas al servicio de la ciudadanía, de
quedar bien ante quienes finalmente elegirán a quienes deben
gobernarles a lo largo de un nuevo mandato de cuatro años. Y no se
extrañen, porque ocurre en todas las ciudades, ya sean capitales de
provincia o núcleos de escasa población; en todas, la mayoría de
sus calles están levantadas a la caza y captura de unas mejoras
necesarias que vienen demandado desde hace años y que ha sido ahora
cuando los regidores han decidido que era el momento. De si los
vecinos están de acuerdo o no, nada sabemos. Como ocurre
invariablemente y en casi todos los casos, la consulta que debía
hacerse a los residentes en estas calles, con la finalidad de que
expresen los problemas que pudieran surgir en el transcurso de las
obras, sencillamente se obvia. Y se equivocan. Y es que no siempre
coincide la propuesta municipal con el sentir de la ciudadanía y no
será la primera vez que lo que se realiza con ilusión acabe siendo
un perjuicio para muchos y, por lo tanto, una crítica hacia quienes
decidieron por ellos.
En
nuestro caso, con una corredera de Capuchinos recién estrenada y
que, digan lo que digan, no ha sido aceptada ni estética y
dinámicamente por la totalidad de los vecinos y vecinas, nos quedan
infinidad de intervenciones a favor de la recuperación de viejos
jardines que habían perdido incluso su origen y a los que ahora se
les devuelve su aspecto inicial, y calles como El Pino, que recibe
estos días el beneficio de la ampliación del acerado, la mejora
integral y la renovación de algunos elementos que permanecían en
mal estado y que ahora verán solucionados. De parte del asfaltado de
la ronda de Mestanza, del tramo que va desde la rotonda del Turis
hasta el inicio de la corredera de Capuchinos, de Lope de Vega, Los
Civiles y otras vías importantes de nuestra ciudad, además del
arreglo de la avenida de Blas Infante, nada sabemos. Tendremos que
esperar a que haga su aparición la máquina que se encarga de
reparar este tipo de desastres que tanto daño hacen sobre los
vehículos para saber dónde tienen previsto actuar. Mientras, a
esperar. Eso sí, somos conscientes de que se trata de unas
intervenciones nada baratas y que los tiempos, ni siquiera cuando hay
elecciones de por medio, permiten inversiones de tanta categoría.
Por
otra parte, atendiendo a las peticiones de los residentes en la calle
Lope de Vega, volvemos a repetir que, por lo que sabemos, se trabaja
actualmente en el sí o el no de eliminar una de las direcciones
actuales para convertirla en una sola y evitar de esta forma el
infernal ruido de vehículos que, a diario y por miles, soportan los
vecinos y vecinas. Sobre las obras anunciadas por parte del
Ayuntamiento, que mejorarían mínimamente el ancho de los acerados y
su arreglo integral, no están de acuerdo porque entienden, diríamos
mejor que están convencidos, que con esta intervención lo que
pretenden nuestros representantes es eludir la responsabilidad que
tienen sobre el futuro inmediato de la vía. Por eso insisten y
abogan porque el problema se solucione antes de la intervención y
que luego, una vez implantada la nueva fórmula del tránsito de
vehículos, que se decida lo que se crea mejor para todos.