Este
fin de semana, como inicio oficial de la campaña de las municipales
de mayo, todos los partidos políticos parece que se han puesto de
acuerdo organizando todo tipo de encuentros con sus militantes para
suponemos que adoctrinarles y arengarles sobre la importancia que
tiene una actitud valiente, confiada en sus propias posibilidades y
convencidos de que la mayoría de los ayuntamientos y autonomías
españolas acabarán cayendo en sus manos. O sea, lo que sabían
desde el principio. Sin embargo, aunque es evidente que se trata
finalmente de que los líderes se den un baño de masas y su ego se
mantenga con ánimo victorioso hasta el día 25 de mayo, este tipo de
encuentros de máximo nivel se mantienen y parece que como
excepcionales manifestaciones de apoyo a los partidos. Y luego está
lo que los medios de comunicación deduzcamos de ellos y publiquemos
en las diferentes plataformas, desde la televisión a los periódicos,
pasando por las redes sociales y las emisoras de radio. Es más, si
tuvieran que invertir en publicidad para dar a conocer al gran
público lo que ha acontecido en todos ellos, convencidos estamos de
que se lo pensarían dos veces.
Por
otra parte, como los organizadores son viejos jugadores en todas las
ligas conocidas, no convocan sin más un apoyo masivo a sus líderes,
sino que les añaden interesadamente supuestas crisis internas para
que luego, además de que las primeras páginas del día siguiente se
encarguen de darlas a conocer más o menos desmenuzadas, las
tertulias que se desarrollan por cientos tengan puntos de referencia
en cantidad y calidad suficientes como para llegar hasta el próximo
fin de semana holgados y con algunos datos sin descifrar. Y es aquí,
en las tertulias, no solo en donde muchos de los invitados consiguen
paliar sus endebles economías, sino donde más se notan los
intereses de la cadena en cuestión por magnificar al partido
político de sus alegrías, cuando no el que lo sustenta
económicamente. Es tal el interés que ponen los tertulianos en
dejar constancia de sus opiniones, sobre todo si como decimos están
relacionadas con quienes tienen acciones en sus consejos de
administración, que incluso son capaces de llegar a las manos con
tal de que su compañero de mesa no consiga el beneplácito de la
audiencia. Por el momento, quienes más indefensos se muestran ante
esta crítica, con diferencia, son aquellos que conocemos como
emisoras de radio y televisión públicos, es decir, que dependen de
los gobiernos autonómicos directamente.
En
todos ellos, lo de los comisarios políticos y la censura están a la
orden del día y ni siquiera los consejos de administración en los
que se supone están representados todos los partidos políticos con
presencia en sus respectivos parlamentos, tienen fuerza para cambiar
esta tendencia. Sin embargo, aunque está más que demostrado que no
sirven prácticamente para nada, que sus decisiones no se tienen en
cuenta y que la mayoría de sus integrantes desconocen por completo
el apasionante mundo del periodismo, ahí están, invirtiendo grandes
sumas de dinero de sus presupuestos generales sin más objetivo que
el de cumplir con lo que legalmente exigen sus estatutos. En los
grandes asuntos, allí donde se somete a la población y se intenta
adoctrinarla permanentemente, y cada vez con menos cautela y más
desvergüenza, estos consejos audiovisuales se muestran incompetentes
y confirman que están en ellos para lo que están, o sea, para
cumplir estrictamente con la letra escrita en el reglamento. De lo
que de verdad interesa en la calle, ni entienden ni quieren, no sea
que pierdan el chollo que representa empleo tan llevadero y tan bien
pagado.