martes, 28 de abril de 2015

LA ROMERÍA DESPUÉS DE LA ROMERÍA

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No sabemos a ustedes, pero a nosotros aún nos quedan demasiado reales y vivas las vivencias de la gran fiesta que hemos vivido este fin de semana. Debe ser cosa, seguro, de haber tenido la suerte de estar cerca de todos, próximos a quienes quisieron compartir con nosotros estas jornadas y que nos han dado la oportunidad de disfrutar, con una intensidad desconocida, la importancia que tiene la amistad. Este año la romería ha sido diferente, ha contenido infinidad de sentimientos que para algunos han sido de estreno y que para otros han servido para reafirmarse en sus particulares creencias. También es cierto que a los pies de la patrona, en el cerro, hemos podido comprobar que ha aumentado significativamente el número de peregrinos y romeros, pero no porque a algún político le interese y se los apropie sin su permiso para anotar en su diario que es un gran conseguir, sino porque así lo han querido ellas y ellos, porque sus necesidades de afectividad les han obligado a plantarse a los pies de la Virgen de la Cabeza para compartir su tiempo mientras les contaban sus cosas, sus idas y venidas ante las dificultades que la vida les plantea a diario. Hemos asistido a momentos de silencio indescriptible, de lágrimas mal disimuladas y de vivas que te rasgaban el alma, pero también hemos compartido con esa gente especial que encuentras al paso entre las personas que acuden por cientos al encuentro anual con la Morenita, las necesidades de sus almas. Con diferencia, ha sido la romería que más nos ha aportado, la que más nos ha devuelto a la realidad y la que nos permite hoy asegurar que no ha sido en balde nuestro pequeño esfuerzo.

Dicho esto, felicitar y agradecer hasta la última persona que haya puesto su trabajo a disposición de esta magna celebración y hacerle saber que no ha pasado desapercibido, que son miles las personas que han podido disfrutar de su dedicación y que ha servido, además, para engrandecer la imagen de nuestra ciudad. Estamos convencidos de que, aparte de haber superado en parte lo de las tasas municipales y de que se han normalizado, aunque no del todo, las relaciones entre la ciudadanía y el Ayuntamiento, ha comenzado una nueva etapa de entendimiento que nos aupará entre las ciudades capaces de enfrentarse a un reto de tanta importancia y trascendencia social segura de sus posibilidades. Por supuesto, siempre que seamos capaces de interpretar el evento como éste merece y teniendo en cuenta que el verdadero protagonista debe ser el que viene a vivir entre nosotros nuestra fiesta. Que se asomen los políticos en busca de votos, porque para eso en unos días tendremos que acudir a las urnas para elegir alcalde-presidente, es lo de menos. Lo que nos debe importar es el futuro de una celebración que viene a ser una gran fiesta mariana que debe estar cada vez más cerca de las gentes que la han hecho grande y trascendente y más alejada de quienes, usando del esfuerzo de los demás, buscan rendimiento para sus particulares intereses.

Por todo esto nos gustaría tener más posibilidades de las que poseemos para agradecer profunda y sinceramente el valor de todas y todos aquellos que nos han ayudado a conseguir una imagen de cristiandad y fervor desconocidas hasta ahora de nuestra romería. Y que nos sirva para nuevas citas y sobre todo para convencer a los que vienen con micrófonos y cámaras, que buscan y rebuscan el vicio y el desenfreno entre los presentes, y que luego usan para reflejar una imagen de degradación irreal e interesada que no nos merecemos y menos aún quien hace posible el milagro: la Virgen de la Cabeza.