Despedimos
hoy semana y mes. Así es, finalizamos abril justo hoy y entraremos
en un mes de mayo que para nuestra ciudad tiene también un especial
significado, puesto que un año más viviremos el patronazgo de san
Eufrasio, aunque en esta ocasión, como seguro conocen, el desarrollo
de su celebración tiene unas connotaciones muy especiales, por
distintas y porque se trata de una cita histórica. Y todo porque, si
todo sale como está previsto, la imagen del patrón de la ciudad y
de la diócesis saldrá de su templo en procesión, cierto que como
todos los años, pero con la diferencia de que la vuelta no será la
misma de siempre, ya que a partir de ese momento descansará en su
nuevo templo. Dicho esto, no parece necesario añadir que para las
miles de personas que han hecho posible el milagro, gracias a su
insistencia y no pocas vicisitudes, el mes de mayo de 2015 será
recordado en su memoria y en los anales históricos de nuestra ciudad
toda la vida.
En
cuanto al tema habitual de los fines de semana, aunque éste sea
atípico porque nos despedimos en jueves, recordarles que millones
serán las personas que, como ustedes, saldrán a la carretera usando
sus vehículos y que, aunque no vemos necesario recordárselo por
conocido, las complicaciones serán muchísimas y los accidentes nos
tememos que también. Dicho esto, y teniendo en cuenta que el tiempo
que nos queda no nos da para más, informarles sobre algo tan
elemental como es el hecho de que, si queremos evitar un accidente, y
seguro que lo quieren, nada mejor que plantearse la salida a la
carretera con tranquilidad y fortaleza para decidir no caer en los
habituales errores que tanto nos dañan y que están ligados a la
velocidad, a los despistes, etc. Si se fijan un poco verán que las
causas de la gran mayoría de los accidentes de tráfico tienen
relación directa con errores tan comunes como creer que, por
ejemplo, la preferencia siempre es nuestra y que el resto del mundo
no tiene ni idea de lo que es ser un buen conductor. Y todo porque
mientras se dirime quién tiene más derecho que otro, y todo esto a
ciento veinte por hora, perdemos la noción de la realidad y caemos
de bruces sobre el asfalto. Es decir, que sí, que lo que ustedes
quieran sobre que yo tenía la preferencia, o que mi coche iba más
rápido, pero que esta clase de situaciones siempre, no casi siempre,
sino siempre, acaban pasándonos factura. ¿Qué más nos da si de lo
que se trata es de llegar a nuestro destino descansados, habiendo
compartido con los nuestros un viaje cómodo y tranquilo, y que todo
lo demás lo único que hace es dañarnos?
De
hecho, les invitamos a que, aunque sea por primera vez, hagan lo que
el resto de usuarios: descansen regularmente una o dos veces antes de
llegar al destino, mantengan la velocidad de su vehículo de acuerdo
con la circulación y la climatología, que también tiene mucho que
ver con el recorrido, y, sobre todo, no caigan en el peligroso error
de creerse el tuerto en el país de los ciegos, o lo que es lo mismo:
el mejor conductor entre una panda de torpes. Si a lo largo de
nuestra vida nos planteamos los problemas y su solución de forma y
manera que finalmente acabamos ganando la batalla, ¿por qué cuando
echamos mano al coche pasamos de ser personas coherentes y comedidas
a osados y peligrosos? En nuestro currículo no encontrarán ustedes
relación alguna con la Psicología, pero sí con el sentido común y
éste nos ha enseñado que no existe mejor decisión que no destacar
de entre los demás cuando no se tiene nada de que presumir, y, que
sepamos, como conductores dejamos mucho que desear.