Iniciamos
nuevo mes después de un abril intenso como pocos y un final
realmente espectacular. Tenemos, por tanto, todo un mes por delante
para desarrollar nuestros planes y no menos para resumir nuestras
intenciones, que en tiempos como los que nos tocan vivir a partir de
ahora con final el día 24, son muchas las ilusiones que se ponen en
juego y no menos el porvenir de los ciudadanos, porque recordemos que
renovar un ayuntamiento es una de las decisiones más trascendentes
que tenemos cada cuatro años porque suponen iniciar un nuevo futuro.
En contra de lo que algunos, muy interesados desde luego en que todo
siga igual, afirman, las elecciones municipales tienen una gran
importancia para el devenir de una ciudad como por ejemplo la
nuestra, que necesita de nuevos proyectos, independientemente de
quiénes los encabecen, para mantener las ilusiones de los ciudadanos
intactas y, lo que es mejor, con posibilidades reales de su
viabilidad. Y es que una cosa son las promesas electorales que se
hacen en caliente y otras claramente diferenciadas las que luego, en
el desarrollo de la vida municipal, salen adelante. Y como lo de
mentir es algo que en política no solo es que esté de moda, sino
que forma parte del ADN de muchos de nuestros representantes,
atención a lo que leemos, escuchamos o vemos.
De
hecho, de acuerdo con las predicciones más solventes, algunos de
nuestros representantes van a tener en esta cita electoral algo más
difícil obtener apoyos entre los votantes debido precisamente a que
a lo largo de los años no han cumplido con las promesas que hicieron
en público y que han quedado grabadas no solo en las mentes de ellas
y ellos, sino que muchas se guardan en las hemerotecas. En general,
los líderes políticos que pelean a brazo partido por conseguir la
alcaldía de su ciudad, por supuesto apoyados sin fisuras por sus
respectivos partidos, nos invitan a que votemos su opción porque
entienden, y seguro que lo hacen con toda sinceridad, que es la
mejor. Se les olvida, sin embargo, que los ciudadanos no han sido
consultados sobre si esta calle o aquella avenida debe cambiar su
sentido de circulación; o si este o aquel parque debe ser
remodelado; o si la bolsa de trabajo, de tanta trascendencia para los
desempleados en los tiempos que corren, debe funcionar de tal manera
que siempre entren a trabajar los suyos o debe ser cosa de implantar
la solidaridad como única fórmula para dinamizarla; o si las
decisiones municipales deberían ser consensuadas con los ciudadanos
que finalmente resulten beneficiados o todo lo contrario… En
definitiva, que nos tengan en cuenta a lo largo de toda la
legislatura y no cuando les conviene, es decir, en tiempo electoral.
En
nuestro caso concreto, deseamos sinceramente que hayan tenido en
cuenta, por aquello de personalizar y concretar parte de nuestras
necesidades más inmediatas, la recuperación del puente romano, la
justificadísima necesidad que tiene nuestra ciudad de construir una
circunvalación que evite los miles de vehículos que circulan a
diario por calles estrechas y escasamente dinámicas, la recuperación
del molino de las aceñas, acabar con los problemas del río y las
inundaciones, e industrializarla, que para eso disponemos de espacio
en los polígonos abiertos, como es el caso del Guadalquivir o Ave
María, dejando para momentos más oportunos la idea de volver a
incorporar Innovandújar a la oferta habitual de los últimos años,
evitando, por otra parte, volver a hacer el ridículo una vez más.
En definitiva, una ciudad habitable, más y mejor compensada en todos
los órdenes y, finalmente, con capacidad para soportar su densidad
demográfica. A partir de estos mínimos, lo que ustedes gusten.