martes, 5 de mayo de 2015

ANDALUCÍA EN MANOS DE LOS CONSENSOS

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De entrada, lo de la constitución del Parlamento andaluz se está demorando en el tiempo. Si de verdad son tantas las necesidades que denuncian los mismos parlamentarios, ¿a cuento de qué tantos intereses por aceptar? Utilicen el lenguaje que gusten sus señorías, nosotros, los de a pie, no llegamos a interpretar del todo el tiempo que se está perdiendo en su constitución y por tanto en el inicio de los trabajos que tanto demanda y necesita nuestra tierra. Y a todo esto, ayer se pusieron en marcha en absoluta precariedad las tareas que suponemos culminarán con el apoyo de la Cámara a la candidatura de la presidenta accidental, señora Díaz. Es decir, que hoy es cuando se vota el sí o el no de los partidos políticos representados en la sala de sesiones, y todo indica que será que no; pasado mañana volverán a lo mismo, a votar, y tampoco se asegura por ahora el voto positivo de nadie. Si acaso, la semana próxima se abstendría Ciudadanos, el partido del catalán Rivera, y será entonces cuando el Parlamento pueda poner en marcha los trabajos detenidos que hasta ahora no han podido iniciarse por las razones que aducimos y que, lo quieran o no, están dañando gravemente las políticas activas previstas para desarrollarlas en beneficio de la comunidad.

Pero está bien. Lo del consenso político en nuestra tierra, como debía ser en todos los foros en donde se decida el futuro de la ciudadanía, la totalidad de los programas y decisiones que tomen los gobiernos deberían contar con la mayoría de los representados, porque esto significaría que los votantes se ven reflejados en todas ellas. Al contrario de lo que ocurre cuando se obtiene la mayoría absoluta, que solo tienen cabida los mandatos de quien gobierna y el resto queda como simple comparsa, un parlamento conformado por diferentes partidos políticos y, por tanto, por diferentes concepciones de la realidad en la que vive la ciudadanía, acaba siendo el más justo de todos los conocidos. Hasta ahora, Andalucía se ha ido sustentando en la mayoría socialista y ésta a su vez allí donde le han dado calor, como ha sido el caso del Partido Andalucista y de Izquierda Unida en dos ocasiones. Luego, claro, está el asunto de las traiciones o los descalabros políticos a los que conducen este tipo de pactos, en los que siempre pierde el que apoya y en ningún caso el apoyado, entre otras razones porque es el quien realmente hace y deshace.

Si tenemos en cuenta que de la crisis que está viviendo nuestra tierra en el terreno político, con un parlamento sin capacidad de trabajo y consecuentemente para tomar decisiones, lo menos malo está siendo lo de no encontrar momentáneamente apoyos para la candidatura de Susana Díaz, porque lo realmente peligroso sería llegar al plazo máximo de dos meses y tener que volver a convocar elecciones. Y como este detalle forma parte de la dinámica política y así expresamente legislado en los textos legales, esperemos que se imponga el sentido común, se sepa ceder allí donde sea necesario y que el proceso constitucional acabe todo lo pronto que se pueda. Por supuesto que todos los elegidos tienen derecho a presentar sus exigencias y que éstas sean atendidas por quien lo fue por mayoría, pero también deben tener en cuenta que no siempre los minoritarios pueden forzar porque sí un sistema que hasta ahora ha funcionado a la perfección y que ha servido para la convivencia de los ciudadanos.


A todo esto, lo queramos o no, lo que está ocurriendo en el Parlamento andaluz tiene una ligazón directa con lo que devendrá de las elecciones municipales del día 24, porque a nadie se le escapa que lo de pactar unos con otros parece que será la tónica general en la mayoría de ellos precisamente porque muy pocos serán los que conseguirán holgura suficiente en las votaciones para poder dirigir sus respectivos municipios sin necesidad de consultar con nadie. Ya veremos.