Para
quien vive la actualidad y tiene la oportunidad de expresar lo que
piensa o sus vivencias, sin duda que la culminación con éxito de
una propuesta o un reto es lo que más satisfacción le proporciona.
Y eso es lo que ha ocurrido con nuestra semana santa, que este año
solo le ha faltado que el tiempo acompañara para comprobar las
verdaderas posibilidades de los hermanos y cofrades a la hora de
poner en la calle sus preciados tesoros para compartirlos con quienes
quieran ver de cerca imágenes de gran importancia artística y
estética superior recorriendo nuestras calles y avenidas, y
confirmando lo que por otra parte todos sabíamos por lo que veníamos
escuchando a lo largo de los meses que preceden a la semana de
pasión. El resumen de estos días marcados por la pasión del
Creador en la tierra los podemos calificar entonces de excepcionales,
de éxito sin paliativos, de ¡así se hacen las cosas bien hechas!
Por supuesto, entrar sin miedos en la calificación de un trabajo
esmerado e inmaculado que no otra verdad más verdadera se puede
decir de quienes, de una forma u otra, al frente de una
responsabilidad más o menos trascendente para la viabilidad de la
cofradía, han vuelto a cumplir sin fisuras su responsabilidad y, por
tanto, han sido determinantes para que el día de su salida del
templo todos los detalles estuvieran a punto para ser expuestos a las
gentes que, expectantes e inquietas, esperaban ansiosas el
reencuentro con la imagen de su devoción.
También
la ciudad entera ha sabido estar protagonizando el papel que le
corresponde a lo largo de toda la semana, y que no es otro que el
saber estar, transmitir el respeto que le merecen los hermanos
cofrades y hacerse notar cuando de mandar vivas y aplaudir se
trataba. Y como de estos detalles por aquí sabemos y bastante, ahí
hemos estado, acompañado a lo largo de todo el recorrido los
procesionamientos y muy especialmente su salida y entrada a los
templos, donde hemos tenido oportunidad de vivir de cerca los
momentos del extraordinario esfuerzo realizado por quienes han vivido
estos días debajo de los tronos que desfilaban por nuestras calles,
y que solo las imágenes que verán después les servirán para
confirmarse en la idea de que su entrega vale la pena y que su
incondicionalidad por lo que aman no tiene límites. Los costaleros,
ellas y ellos, han vuelto a darnos la alegría por lo bien hecho, de
lo que se queda para siempre en nuestra retina y que recordaremos
años y años, y hasta seremos capaces de transmitirlos a quienes
vienen detrás de nosotros y sin que falte un detalle.
Lo
que les contamos supone un fuerte empujón a las justas ilusiones de
la ciudadanía con respecto a que Andújar sea más conocida en el
exterior y tenida en cuenta a la hora de programar visitas por parte
de quienes saben de ella solo, y no está nada mal por cierto, por la
patrona, por su basílica-santuario y su patronazgo sobre la
provincia, además, claro está, de su romería el último fin de
semana del mes de abril. Así, presumir de semana santa, de
imaginería firmada por los mejores artistas sacros, de bordados
majestuosos y espectaculares firmados por nuestros maestros y, en
fin, de recorridos insólitos y devoción compartida, debería
también formar parte del paquete de ofertas con las que solemos
acudir allí donde se tienen en cuenta y se valoran los actitudes más
íntimas de las ciudades y sus moradores. Y luego está lo que la
semana santa genera de negocio en una ciudad como la nuestra,
necesitada de clarines y trompetas para que salga a la calle a
compartir lo que en ella se celebra. Y aquí nos encontramos de
sopetón con la hostelería, que un año más ha sido la gran
beneficiada de una semana intensa y compartida por miles de personas
que han sido capaces de calmar la justificadas ansias de recuperar la
inversión que muchos de nuestros bares, cafeterías y restaurantes
hicieron para saciar, a su vez, la sed y el apetito de quienes los
eligieron para disfrutar de su tiempo de ocio y tertulia. Y todo
porque, aunque invariablemente es este sector el que más se
beneficia de los acontecimientos populares que se organizan, también
es el que siempre falta a la cita en donde se plantean las
necesidades de los colectivos implicados en este tipo de
convocatorias. A ver si el año que viene…