Sin
duda, una enorme brisa de aire fresco acaba de llegar a las
Administraciones locales, provinciales y autonómicas
de toda España.
Por supuesto, en ningún
caso lo interpretamos como positivo o negativo y sí
como
una consecuencia lógica
del cansancio que a la ciudadanía
le suele sobrevenir, y ni siquiera en todos los casos, como causa
directa de que sean los mismos y las mismas los que les dirijan la
vida. Si a esto le unimos que no todos ni todas han podido
desarrollar sus tareas de forma que la gran mayoría
se haya podido beneficiar de ellas, el cambio que se ha registrado en
las votaciones de ayer parece justificado. Por otro lado, coincidimos
con quienes afirman que los partidos políticos
que gobiernan en tiempos de crisis acaban siempre siendo los grandes
perdedores. Es evidente que sus posibilidades para regir los destinos
de una ciudadanía
sobre la que recaen problemas de todo tipo y que lleva años
viviendo muy por debajo de como lo hacía
hace sólo
unos años,
finalmente acaban pagando las consecuencias. Esto y que no siempre,
se gobierne desde la perspectiva ideológica
que sea, todos los gobernantes cumplen no ya sus promesas
electorales, si no ni sus propios programas. Por lo tanto, para
quienes aún
tienen por delante bastantes días
para dedicarlos a la reflexión,
nuestro consejo es que no caigan en el error de culparse de todo lo
ocurrido, puesto que hemos dejado para el final otra circunstancia o
detalle por sí
mismo
significativos: la habitual infidelidad del elector, capaz de cambiar
su voto conforme avanza hacia el colegio electoral y por lo tanto de
echar abajo el trabajo desarrollado a lo largo de los años
por quienes lo han dado todo a la comunidad. Por otra parte, lo de la
pérdida
del Partido Popular de las mayorías
allí
donde
venía
gobernando venía
anunciándose
desde hace tiempo y que por ahora se mantiene esta misma tendencia, a
no ser que las cosas cambien de manera drástica
a partir de ahora, de que también
pagará
un
carísimo
peaje en las próximas
generales.
Entre
nosotros, pues ya han visto ustedes, un concejal de diferencia entre
los dos partidos que desde siempre han gobernado la ciudad. Los
socialistas reciben el encargo ciudadano de llevar la nave por los
mismos derroteros que han venido anunciando a lo largo de la campaña
y desde luego que estaremos pendientes de que no se salgan de lo
marcado. En nuestra ciudad no se han registrado votos a fuerzas
políticas
desconocidas si exceptuamos los de Ciudadanos, que parecen robados a
los populares, y que por tanto mantenemos el salón
de plenos conformado como lo estaba antes de las elecciones. La
diferencia radicará
en
quién
ostenta la mayoría
y quién
presidirá
las
sesiones, que, atención,
demandará
ayuda
a Izquierda Unida o al Partido Andalucista, o de ambos al mismo
tiempo. Se impone una legislatura de pactos que, si es verdad que las
mayorías
en ningún
caso gobiernan teniendo en cuenta a la ciudadanía
y sí
a
sus intereses, todos estarán
de acuerdo en que será
la
mejor forma de mejorar nuestro futuro. La realidad es que en nuestra
ciudad se ha producido un cambio electoral que ha dado al traste con
las ideas y programas aún
por realizar de quienes han controlado el Ayuntamiento los últimos
doce años,
que se dice pronto. A partir de ahora el trabajo a desarrollar vendrá
determinado
por lo que los recién
llegados encuentren a su paso y está
claro
que la deuda, muy importante por cierto, será
el
gran escollo a superar si quien llegar al final de la legislatura con
algo de lo que presumir ante los ciudadanos.
Las
inversiones que se han hecho a favor de una mejor información
ciudadana está
claro
que no han servido de nada que no sea dibujarse a sí
mismo
ante los demás,
confirmando que los que nunca han representado a nadie que no sea al
que mejor paga tienen menos futuro que un dulce a la puerta de un
colegio. Eso sí,
sus intentos de llevarse por delante incluso el honor de las personas
ha confirmado que lo de la democracia entre nosotros sigue siendo una
asignatura pendiente y descaradamente muy unida al dinero. La
confirmación
de que nuestra ciudad es diferente al resto en detalles
significativos lo podemos comprobar con solo haber vivido de cerca la
campaña
electoral.