lunes, 25 de mayo de 2015

ESCALERA DE COLORES

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Sin duda, una enorme brisa de aire fresco acaba de llegar a las Administraciones locales, provinciales y autonómicas de toda España. Por supuesto, en ningún caso lo interpretamos como positivo o negativo y sí como una consecuencia lógica del cansancio que a la ciudadanía le suele sobrevenir, y ni siquiera en todos los casos, como causa directa de que sean los mismos y las mismas los que les dirijan la vida. Si a esto le unimos que no todos ni todas han podido desarrollar sus tareas de forma que la gran mayoría se haya podido beneficiar de ellas, el cambio que se ha registrado en las votaciones de ayer parece justificado. Por otro lado, coincidimos con quienes afirman que los partidos políticos que gobiernan en tiempos de crisis acaban siempre siendo los grandes perdedores. Es evidente que sus posibilidades para regir los destinos de una ciudadanía sobre la que recaen problemas de todo tipo y que lleva años viviendo muy por debajo de como lo hacía hace sólo unos años, finalmente acaban pagando las consecuencias. Esto y que no siempre, se gobierne desde la perspectiva ideológica que sea, todos los gobernantes cumplen no ya sus promesas electorales, si no ni sus propios programas. Por lo tanto, para quienes aún tienen por delante bastantes días para dedicarlos a la reflexión, nuestro consejo es que no caigan en el error de culparse de todo lo ocurrido, puesto que hemos dejado para el final otra circunstancia o detalle por sí mismo significativos: la habitual infidelidad del elector, capaz de cambiar su voto conforme avanza hacia el colegio electoral y por lo tanto de echar abajo el trabajo desarrollado a lo largo de los años por quienes lo han dado todo a la comunidad. Por otra parte, lo de la pérdida del Partido Popular de las mayorías allí donde venía gobernando venía anunciándose desde hace tiempo y que por ahora se mantiene esta misma tendencia, a no ser que las cosas cambien de manera drástica a partir de ahora, de que también pagará un carísimo peaje en las próximas generales.

Entre nosotros, pues ya han visto ustedes, un concejal de diferencia entre los dos partidos que desde siempre han gobernado la ciudad. Los socialistas reciben el encargo ciudadano de llevar la nave por los mismos derroteros que han venido anunciando a lo largo de la campaña y desde luego que estaremos pendientes de que no se salgan de lo marcado. En nuestra ciudad no se han registrado votos a fuerzas políticas desconocidas si exceptuamos los de Ciudadanos, que parecen robados a los populares, y que por tanto mantenemos el salón de plenos conformado como lo estaba antes de las elecciones. La diferencia radicará en quién ostenta la mayoría y quién presidirá las sesiones, que, atención, demandará ayuda a Izquierda Unida o al Partido Andalucista, o de ambos al mismo tiempo. Se impone una legislatura de pactos que, si es verdad que las mayorías en ningún caso gobiernan teniendo en cuenta a la ciudadanía y sí a sus intereses, todos estarán de acuerdo en que será la mejor forma de mejorar nuestro futuro. La realidad es que en nuestra ciudad se ha producido un cambio electoral que ha dado al traste con las ideas y programas aún por realizar de quienes han controlado el Ayuntamiento los últimos doce años, que se dice pronto. A partir de ahora el trabajo a desarrollar vendrá determinado por lo que los recién llegados encuentren a su paso y está claro que la deuda, muy importante por cierto, será el gran escollo a superar si quien llegar al final de la legislatura con algo de lo que presumir ante los ciudadanos.

Las inversiones que se han hecho a favor de una mejor información ciudadana está claro que no han servido de nada que no sea dibujarse a sí mismo ante los demás, confirmando que los que nunca han representado a nadie que no sea al que mejor paga tienen menos futuro que un dulce a la puerta de un colegio. Eso sí, sus intentos de llevarse por delante incluso el honor de las personas ha confirmado que lo de la democracia entre nosotros sigue siendo una asignatura pendiente y descaradamente muy unida al dinero. La confirmación de que nuestra ciudad es diferente al resto en detalles significativos lo podemos comprobar con solo haber vivido de cerca la campaña electoral.