Los
políticos,
por si alguien no acaba de creérselo,
están
ligados al tráfico
como cualquiera que nosotros. La diferencia, porque existe, es que
suelen viajar con conductor y en coche oficial; no todos, cierto,
pero sí una
inmensa mayoría.
O cuando no lo hacen en transporte público
a cargo de la Administración,
donde se incluyen las dietas. Con esto queremos decirles que como
casi siempre andan con prisas, porque no son capaces de cumplir con
los horarios previstos en sus respectivas agendas, tampoco están
pendientes como cualquier otro mortal ni de la velocidad ni de
cualquier otro control al uso. Si los multan, porque sí
que
los denuncian, no pasa nada, que para eso disponen de un dinero extra
para este tipo de detalles y ¡a
otra cosa, mariposa! El asunto es que ellos, sobre todo los del
Congreso y el Senado, se las tienen que ver de vez en cuando con las
normativas que la Dirección
General de Tráfico
quiere incorporar a las que están
en vigor, por lo que su participación
es decisiva para su aprobación
o no. Precisamente ahora está
previsto
que hasta sus manos lleguen las nuevas reglas que el uso de la
bicicleta exigirá
a
partir de su aprobación;
entre otras, el uso del casco para todos y todas, independientemente
de que lo hagan en ciudad o carretera y tengan la edad que tengan,
que es un detalle que se dejaron atrás
en la última
implantación
de nuevas normas y que confirmó
el
miedo del Gobierno en cuanto a decidir de acuerdo con la realidad.
Además,
el otro gran capítulo
sin cerrar o cerrado en falso que se dejó
para
más
adelante vuelve a plantearse ahora: que las bicicletas no circulen
por las aceras o las calles peatonales. Lo que se quiere imponer
desde la Dirección
General es un no rotundo a que esto sea así,
separando de una vez por todas a las partes implicadas que lo único
que ha conseguido ha sido generar peligro allí
donde
se encuentran.
Esta
nueva norma, por otra parte, viene a confirmar que el abuso que
algunos hacen de un vehículo
de este tipo y clase, al que quieren confundir como si no lo
condujeran y se permiten cruzar los pasos de peatones subidos en
ellas, o suben y bajan de los acerado sin importarles el peligro que
suponen para los viandantes, o circulan en sentido contrario a la
marcha o por direcciones prohibidas, y las zonas y calles peatonales
las han tomado por la fuerza, ha llevado a los técnicos
de Tráfico,
azuzados por las quejas de cientos de ciudadanos que les han hecho
llegar sus exigencias al respecto, a redactar las normas que ahora
quieren aprobar e implantarlas este mismo verano. Tampoco faltarán
respuestas a las otras demandas de los conductores de vehículos,
especialmente las que razonan exponiendo que aquellos que recorren o
pasean caminos o carreteras abiertas al tráfico
y no lo hagan por su izquierda y vistiendo prendas reflectantes del
tipo del chaleco que llevan los conductores en sus vehículos,
que sean denunciados; o que los ciclistas que no se equipen con este
tipo de prendas tendrán
que vérselas
que con exigencias de las nuevas normas y, consecuentemente, también
denunciados. Y todo por lo mismo, porque hemos abusado sin control
hasta que el número
de accidentes y los fallecidos por esta causa ha colmado con creces
el límite,
y, la vista de la total ausencia de concienciación que muestran
estos usuarios, alguien debe responder por ellos. Y nadie mejor que
Tráfico,
que para eso está.
El
hecho de que en medio nos encontremos con una industria pujante,
exportadora de tecnología
y de vehículos
de dos ruedas al resto del mundo, capaz de facturar millones de euros
y de generar negocio a su alrededor, naturalmente que ha venido
frenando los diferentes tratamientos que desde el Gobierno se le ha
querido dar a este tipo de vehículos
y usuarios, y que nadie crea que todo está
hecho,
porque la propia normativa a incorporar está
todavía
en el aire.