jueves, 21 de mayo de 2015

MIRAR PARA OTRO LADO

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De acuerdo con el calendario electoral previsto y por aprobar definitivamente, el 24 tocan ayuntamientos y autonomías, y en noviembre, si todo discurre normalmente, las generales. Esto quiere decir que el trabajo por desarrollar por parte del periodismo de investigación es todavía inmenso. Hasta ahora los profesionales dedicados a hurgar en el pasado más reciente de parte de la clase política, especialmente de aquella que desde siempre ha venido diciéndonos que eran los otros los que se llevaban el dinero de todos a manos llenas, han hecho aflorar casos de corrupción de todas las formas, colores y tamaños conocidos, confirmándose que eso de hacerse rico en política no era una frase hecha y sí un puesto de trabajo dotado de una remuneración oficial envidiable y la posibilidad real de duplicarlo cuantas veces quisiera el implicado. Las fortunas que han sido conocidas hasta ahora, si tenemos en cuenta que antes de aterrizar en la política los corruptos no poseían ni títulos ni fortunas que destacar, superan con creces lo que ellas y ellos mismos pensaban antes de encontrarse con la posibilidad de echarse en el bolsillo dinero más negro que sus entrañas y que nadie se percatara de ello. Y así lo han venido haciendo hasta que un día, ante la extrañeza de propios y extraños, incluso de los funcionarios que debían controlar estos descalabros políticos, que no para otra cosa están, algunos medios de comunicación se abren hueco en la calle y anuncian a cinco columnas que ha aparecido un alcalde, o un concejal, o un director general, o un consejero, o un ministro, o un jefe de gobierno que se ha llevado el dinero a espuertas. Él lo niega, rechaza la información, anuncia querellas por doquier, grita con todas sus fuerzas que se trata de una conspiración en su contra y que no tardará en conocerse la verdad, que será entonces cuando sea eximido de los cargos que se le imputan. Luego ya se sabe en qué acaba el asunto.

Y queremos dejar claro que, en el trabajo desarrollado hasta ahora por parte de la prensa especializada en este tipo de delitos, es decir, los departamentos ligados al Estado y que entre sus competencias concretas están las de controlar el dinero público para que no caiga en manos de estos desalmados sin escrúpulos, parece que han estado mirando para otro lado todo este tiempo y no hacia donde debían. Esto les ha permitido, y permite, porque aún nos quedan miles de casos de este tipo por conocer, llevárselo calentito a donde han querido, o sea, paraísos fiscales, bancos suizos o andorranos, cuando no gibraltareños, etc. Es más, mañana o pasado volveremos a saber de otro político de tres al cuarto, un muerto de hambre sin más, que ha sido el beneficiario de las comisiones de tal o cual constructor y que eso le ha supuesto acumular una fortuna que luego intentará justificar diciendo que desde siempre ha sido un emprendedor y que su especialidad en obras de arte le ha permitido facturar y embolsarse millones de euros. De los que están y los quedan por aparecer en las portadas de los periódicos o los telediarios han sido los medios de comunicación los responsables de sacarlos a la luz y de hablarnos de sus fechorías. Los otros, los que cobran por desarrollar este trabajo de investigación y control, siguen a lo suyo: mirando para otro lado.


Así las cosas, ¿se imaginan ustedes el número de alcaldes, concejales, consejeros y otros representantes públicos que deben estar realmente preocupados ante la posibilidad de que los que lleguen a ocupar sus respectivos cargos decidan, por aquello de conocer la realidad económica a la que deberá adaptarse, las lógicas auditorías? Mientras que para ellos serían unos meses o años sin sueño y su futuro político pendiendo de un hilo, para nosotros descubrir lo que han hecho con el dinero de todos. Desde luego, no lo duden, los datos, insistimos, pueden acabar con la carrera política que quien menos esperamos. El tiempo dirá.