Bienaventurados
aquellos que no dejan para mañana lo que deben hacer hoy mismo y sin
dilación. Esa debe haber sido la razón primera que el presidente
del Gobierno, al tiempo que del Partido Popular, ha tomado una vez
conocida la sangría que su partido ha sufrido a lo largo y ancho del
país. Por eso ayer desde muy temprano, nos cuentan los medios de
comunicación nacionales, comenzaban a verse a responsables del
partido entrar en la sede madrileña. Suponemos, por tanto, que el
encuentro solo habrá tenido una razón y que ésta habrá sido el
resultado electoral. Lo primero que hemos sabido es que han sido
convocadas las elecciones generales para el próximo día 20 de
diciembre de 2015, suponemos que por aquello de que el que da
primero, da dos veces, y no están los tiempos para ceder espacio a
nadie ni perder oportunidades. Así las cosas, no salimos de unas y
nos metemos en otras, porque lo lógico es que inmediatamente
comiencen sin más las tareas propias de la maquinaria política de
todos los partidos en busca de unos resultados que les satisfagan y
les hagan más protagonistas de lo que lo están siendo hasta ahora.
Por eso conocer al detalle las razones que han llevado al Partido
Popular al revés tan manifiesto que ha recibido de parte de la
ciudadanía en estas elecciones municipales, es prioritario. No
obstante, las primeras conclusiones han debido ser inmediatas y con
escasas dudas, ya que el partido en el poder ha perdido en un solo
día nada menos que quinientas mayorías absolutas de las tres mil
trescientas que tenía en su poder en los ayuntamientos y autonomías
de todo el territorio nacional. Y más si el partido que les pisa los
talones, el PSOE, ha pasado de las 1.800 mayorías absolutas
conseguidas tras las elecciones municipales de 2011 a unas 1.900, y
se han quedado con el mismo número de gobiernos con mayorías
relativas, que están en torno a 500.
En
realidad, el Partido Popular ha reducido el
número total de votos y les ha supuesto una pérdida de casi dos
millones y medio de papeletas, aunque todavía aguantan una distancia
importante de los socialistas en toda España. La diferencia
alcanzada hace cuatro años con respecto al PSOE llegó hasta diez
puntos y ahora se ha limitado a apenas dos. Por otra parte, la falta
de apoyo popular en prácticamente todos los rincones del país le
supone a los populares abandonar gobiernos con mayoría absoluta que
mantenían en treinta capitales de provincia. Sin ir más lejos, por
ejemplo, en la totalidad de Andalucía. Solo aguantan los gobiernos
locales de Vitoria y Ceuta. Si con esto se confirma que lo del
bipartidismo político ha dejado de ser la fórmula elegida por los
españoles para dirigir su destino y que a partir de ahora serán los
pactos y consensos los que cojan en testigo, es algo que
desconocemos, aunque es evidente que así está ocurriendo en media
España y la otra no tardará en escoger esta vía para implantar con
más vigor la democracia.
Con
las elecciones convocadas para el 20 de diciembre de este año y con
infinidad de problemas en el seno del Partido Popular, que está
claro que no ha aceptado de buena gana, y se entiende, el resultado
electoral del pasado 24 de mayo, la caída y renuncias de líderes ha
comenzado a sentirse en sus filas. Valencia, que hasta ahora era el
refugio de las mayorías populares y que se ha mantenido en sus
trece más de veinte años, es la que más problemas de continuidad
tiene con respecto al presidente Fabra y la alcaldesa Barberá, el
primero contestado por sus propios compañeros, que le exigen su
dimisión, mientras la máxima representante municipal no es que se
lo planteé, sino que se tendrá que ir porque no ha obtenido los
votos suficientes para formar gobierno. La evidencia de que los
partidos emergentes tienen la última palabra en estas y en las
próximas convocatorias electorales parece que no admite discusión
ni duda. No tardaremos en comprobarlo.