martes, 19 de mayo de 2015

LOS PACTOS Y EL DÍA DESPUÉS

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El apartado de los pactos entre organizaciones políticas para dirigir un ayuntamiento o cualquier otro tipo de gobierno vuelve a estar de actualidad. Entre nosotros, el mayor ejemplo lo tenemos en la propia gobernabilidad de la Junta, que por el momento no ha podido ser posible y que todo indica que los que apoyarán casi con toda seguridad la investidura de Susana Díaz esperan a que pase el 24 de este mes y que se conozca lo que piensa el electorado sobre ellos mismos, en esta ocasión con motivo de las elecciones municipales. Los pactos vienen a ser una solución muy bien valorada para el que no gana por mayoría absoluta porque le permitirá sacar adelante la mayor parte de sus propuestas políticas escritas en los programas electorales que proporcionan a los electores. De otra forma no sería posible y de ahí que en más de una ocasión hayamos visto pactos que solo ellos han entendido. Y luego está lo injusto que supone para la ciudadanía comprobar cómo el representante de un partido votado por escasos ciudadanos acaba aupándose a puestos de representatividad que no merece, unas veces por un desproporcionado ego de su líder, que no se verá en otra por mucho que lo intente, y otras por mera necesidad, aunque éstas suceden en menos ocasiones.

En nuestro salón de plenos no han faltado este tipo de acuerdos. Los más repetidos han sido los de Izquierda Unida y el Partido Socialista. Pero también hemos asistido a acuerdos entre Izquierda Unidad y el Partido Popular, aunque en ningún caso les sirvieron para gobernar. Sus líderes entonces eran Manuel Plaza y Pope Godoy y llegaron al acuerdo para frenar las políticas que entonces dirigía José Antonio Arcos Moya como alcalde socialista. El más sonado, no obstante, fue el último acuerdo de gobierno entre los populares y los andalucistas, que firmaron Jesús Estrella y José Salas, el concejal, por cierto, que más veces ha perimetrado o mandado perimetrar los terrenos de El Sotillo. De hecho, éste le ha servido a los populares para mantener el poder municipal de nuestra ciudad doce años; mientras, a los andalucistas no les fue del todo bien, ya que fueron perdiendo concejales a lo largo de estas tres legislaturas. Se decía entonces, con el consiguiente cabreo y no menos preocupación de los socialistas e Izquierda Unida, que se trataba de un acuerdo contra naturaporque nadie lo entendía.

Lo de los pactos, con todo, sigue siendo el mejor recurso para la viabilidad de un gobierno y les podemos asegurar que seguirán vivos mientras existan personas decididas a echar una mano para que su ciudad o su país funcione. Otra cosa es lo que no conocemos: ¿por qué se elige a un concreto socio?, ¿a cambio de qué se decide apoyar a esa fuerza política y no a otra? La trascendencia de los pactos tienen su razón de ser en que al final el partido que menos representatividad ha obtenido en las elecciones, y por consiguiente el menos apoyado por la ciudadanía, es el que acaba con más poder casi que el mayoritariamente elegido. Y porque este dato representa por sí mismo una incongruencia mayúscula, cuando menos debíamos exigirles a los partidos que este tipo de decisiones, que acaban marcando la agenda de la ciudadanía, sean dadas a conocer antes de ser autorizadas. El resultado electoral debe ser el que marque las diferencias y el que debe ser tenido en cuenta por todos los partidos a la hora de convenir o de pactar qué decisiones se tomarán a lo largo del mandato si de verdad servimos de algo, porque lo evidente es que, una vez el voto es suyo, para ellas y ellos contamos bien poco.


Entre nosotros, con la abstención asomando las orejas y el resultado electoral aún en el aire, lo de los pactos puede acabar siendo decisivo para los partidos mayoritarios hasta ahora. Quizá por todo esto, los que no hayan hecho los deberes a tiempo y no hayan cuidado los modos y las formas lo tengan más complicado. Pero eso será cosa de contárselo a ustedes el día después de las elecciones.