jueves, 7 de mayo de 2015

LOS POLÍTICOS, LOS LEGISLADORES Y LAS LEYES

Imprimir

Entre que los delitos prescriben pasados unos años y que algunas pruebas ligadas a éstos no siempre son aceptadas por los tribunales de Justicia, buena parte de los delincuentes más conocidos andan sueltos sin tener que dar cuentas a nadie de sus fechorías. Así de sencillo. Muchos de los robos que conocemos estos días ligados a mujeres y hombres fuertes de algunos partidos políticos, consejeros de bancos y cajas de ahorro y chorizos de poca monta, estamos convencidos que no tardarán en pasar automáticamente a lo que podíamos denominar como casos caducados, como si se tratara de unos simples yogures de frutos del bosque. Como hemos tenido oportunidad de expresarnos en otras ocasiones, aunque no lo aceptamos, entendemos que las cosas de la Justicia estén en nuestro país de la forma que están, es decir, que no es difícil interpretar la situación procesal de un individuo que se ha llevado todo el dinero que le ha sido posible y que finalmente, cuando el proceso se inicia, se recaban las pruebas pertinentes, se consiguen los testigos imprescindibles para la acusación y se aclaran los puntos oscuros existentes, aparece el texto legal por el que será enjuiciado y podemos ver que ya no es posible, que ya han prescrito los delitos y que se puede ir a casa sin más. Es evidente que la clase política ha realizado un extraordinario trabajo para beneficiarse de él cuando se vea en situación parecida, es decir, que ha implantado unas leyes que, en su desarrollo, les favorecen las miremos por donde las miremos.

De hecho, lo estamos viendo estos días en temas relacionados con casos o asuntos en los que buena parte de los encausados provienen de la política o que mientras estuvieron en el cargo lo usaron para enriquecerse ilegalmente. En ellos y también en quienes han conseguido una fortuna que no pueden justificar y que ahora invierten en abogados capaces de detener o enfriar su proceso hasta que aparezca por el horizonte lo de la prescripción. De otra forma no se entiende, al menos en la calle, entre la gente de bien, que personas que han ostentado un cargo al frente de un banco o una caja de ahorros o en un partido político pueda haber acumulado en solo unos años una fortuna de tal calibre que ni ellos mismos la han podido sumar todavía. Por otro lado, cuando algún juez se excedió en sus conclusiones y el partido político implicado en el asunto y con más conexiones en todas las redes creadas se dio por aludido, no tardaron en retirarlo de la circulación y estigmatizarlo para siempre, además de inhabilitarlo de por vida. Por ahora, dos han sido en total y sus respectivos testimonios son lo suficientemente contundentes como para que nos preocupemos por conocer en toda su dimensión en las manos en las que estamos.

Mientras, para nosotros, los de siempre, los que andamos con lo justo y mal, los que hemos sido vapuleados sin consideración y nos están dejando sin derechos, no tenemos otra salida que cumplir con nuestros deberes y aceptar sin rechistar los plazos que nos han impuesto para quedar bien ante las Administraciones a las que sustentamos. Es tal la diferencia en el trato que nos dedican si la comparamos con los que han robado a manos llenas, tal el menosprecio al que somos sometidos y tal el tratamiento que recibimos de las instituciones judiciales, que lo mejor es que no nos metamos en líos, que abonemos nuestra parte y que confiemos en que, a lo largo del camino que recorre nuestro dinero, no tropiece con uno de estos desalmados y no llegue a su destino. El primero e importante en aparecer fue Bárcenas, pero no ha pasado mucho tiempo sin que se le unieran otros tantos ladrones con estudios universitarios que, por el momento, nos han hecho colocar en segundo plano al tesorero del Partido Popular. Así que entre ERES, Bankias, cajas de ahorros, bancos de todo corte, ministerios y delegaciones, mucho tendremos que seguir penando para levantar cabeza.