Entre
que los delitos prescriben pasados unos años y que algunas pruebas
ligadas a éstos no siempre son aceptadas por los tribunales de
Justicia, buena parte de los delincuentes más conocidos andan
sueltos sin tener que dar cuentas a nadie de sus fechorías. Así de
sencillo. Muchos de los robos que conocemos estos días ligados a
mujeres y hombres fuertes de algunos partidos políticos, consejeros
de bancos y cajas de ahorro y chorizos de poca monta, estamos
convencidos que no tardarán en pasar automáticamente a lo que
podíamos denominar como casos caducados, como si se tratara de unos
simples yogures de frutos del bosque. Como hemos tenido oportunidad
de expresarnos en otras ocasiones, aunque no lo aceptamos, entendemos
que las cosas de la Justicia estén en nuestro país de la forma que
están, es decir, que no es difícil interpretar la situación
procesal de un individuo que se ha llevado todo el dinero que le ha
sido posible y que finalmente, cuando el proceso se inicia, se
recaban las pruebas pertinentes, se consiguen los testigos
imprescindibles para la acusación y se aclaran los puntos oscuros
existentes, aparece el texto legal por el que será enjuiciado y
podemos ver que ya no es posible, que ya han prescrito los delitos y
que se puede ir a casa sin más. Es evidente que la clase política
ha realizado un extraordinario trabajo para beneficiarse de él
cuando se vea en situación parecida, es decir, que ha implantado
unas leyes que, en su desarrollo, les favorecen las miremos por donde
las miremos.
De
hecho, lo estamos viendo estos días en temas relacionados con casos
o asuntos en los que buena parte de los encausados provienen de la
política o que mientras estuvieron en el cargo lo usaron para
enriquecerse ilegalmente. En ellos y también en quienes han
conseguido una fortuna que no pueden justificar y que ahora invierten
en abogados capaces de detener o enfriar su proceso hasta que
aparezca por el horizonte lo de la prescripción. De otra forma no se
entiende, al menos en la calle, entre la gente de bien, que personas
que han ostentado un cargo al frente de un banco o una caja de
ahorros o en un partido político pueda haber acumulado en solo unos
años una fortuna de tal calibre que ni ellos mismos la han podido
sumar todavía. Por otro lado, cuando algún juez se excedió en sus
conclusiones y el partido político implicado en el asunto y con más
conexiones en todas las redes creadas se dio por aludido, no tardaron
en retirarlo de la circulación y estigmatizarlo para siempre, además
de inhabilitarlo de por vida. Por ahora, dos han sido en total y sus
respectivos testimonios son lo suficientemente contundentes como para
que nos preocupemos por conocer en toda su dimensión en las manos en
las que estamos.
Mientras,
para nosotros, los de siempre, los que andamos con lo justo y mal,
los que hemos sido vapuleados sin consideración y nos están dejando
sin derechos, no tenemos otra salida que cumplir con nuestros deberes
y aceptar sin rechistar los plazos que nos han impuesto para quedar
bien ante las Administraciones a las que sustentamos. Es tal la
diferencia en el trato que nos dedican si la comparamos con los que
han robado a manos llenas, tal el menosprecio al que somos sometidos
y tal el tratamiento que recibimos de las instituciones judiciales,
que lo mejor es que no nos metamos en líos, que abonemos nuestra
parte y que confiemos en que, a lo largo del camino que recorre
nuestro dinero, no tropiece con uno de estos desalmados y no llegue a
su destino. El primero e importante en aparecer fue Bárcenas, pero
no ha pasado mucho tiempo sin que se le unieran otros tantos ladrones
con estudios universitarios que, por el momento, nos han hecho
colocar en segundo plano al tesorero del Partido Popular. Así que
entre ERES, Bankias, cajas de ahorros, bancos de todo corte,
ministerios y delegaciones, mucho tendremos que seguir penando para
levantar cabeza.