lunes, 8 de junio de 2015

CONSENSOS Y ACUERDOS CONTRA RELOJ

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En realidad, ni siquiera alcanzamos a valorar si valdrá la pena que dediquemos este espacio, también hoy, al tema de los pactos políticos que actualmente recorren las sedes de todos los partidos y que andan a la caza y captura de poder, y que para eso echan mano de todo tipo de artimañas, incluidas las que han aprendido de memoria y que añaden como cansinas coletillas: nosotros no perseguimos el poder, lo que queremos es ayudar a gobernar; o no venimos a cambiar cromos; o queremos sacar adelante nuestros proyectos... Quizás les convenga saber, no obstante, que en la calle no acaban de entenderse algunas de las razones que aportan para ser aceptados. Y es que no siempre se explican bien o sencillamente porque algunos de los pactos previstos son incomprensibles desde su propio planteamiento. Veamos: si una importante mayoría en toda España ha decidido dar su voto a una organización política que controla a sus líderes desde Barcelona y lo ha hecho, de acuerdo con los análisis realizados por los técnicos, huyendo de un Partido Popular manchado hasta las cejas de casos de corrupción, ¿cómo se entiende ahora que pacten entre ellos? La realidad es que si Ciudadanos y Partido Popular tienen la llave de varios gobiernos autonómicos y ayuntamientos que antes de la cita electoral estaban en manos mayoritarias de los de Rajoy y que hoy, si se aceptan finalmente las exigencias de unos y de otros, volverán a poder de quienes los ostentaban, ¿para qué sirven las elecciones?, ¿para qué convocarnos a depositar nuestro voto si luego todo va a seguir igual? Lo pueden explicar como mejor les parezca, pero a nosotros, gentes menores, de escasos conocimientos políticos, lo que de verdad nos parece es un teatrico para poder seguir viviendo del cuento y mantenernos a raya.

Naturalmente, si les hemos planteado a Ciudadanos y Partido Popular ha sido porque sí, sin más, ya que esto mismo ocurre con el resto de partidos y sirve el mismo análisis. Al elector se le invita a leer los contenidos de los programas electorales, casi se le exige coherencia y es invitado reiteradamente a que no falte a la cita, es decir, que vote, porque la abstención es un gran fracaso de todos los partidos y no menos para la democracia. Independientemente de quiénes protagonicen los diferentes encuentros para alcanzar acuerdos o pactos, la realidad es que suelen ser los menos representativos los que acaban llevándose la mayor parte de la tarta a repartir, ya que las ansias incontroladas de algunos de ellos les llevan al paroxismo cuando no a intentar los sueños de grandeza que siempre han tenido y que no son otros que presidir su ciudad desde la poltrona municipal. Nosotros hace años que vivimos una situación así y desde ese instante Andújar dio un giro del que todavía andamos pagando hipotecas. Nosotros, que entendemos que una cosa es la responsabilidad civil que se tiene como partido y otra claramente diferenciada las pretensiones personales de sus líderes, aceptamos de muy buena gana que la totalidad de las organizaciones participen activamente en el devenir de la ciudad o la autonomía a la que representan, porque cuanto más alejados estemos de las mayorías absolutas mejor, pero totalmente en contra cuando se erigen en los primeras filas del futuro de la ciudadanía y presionan injustificadamente al resto de los grupos hasta límites inaceptables. Sin ir más lejos, lo que está ocurriendo en la Junta de Andalucía, que, de no llegar a un acuerdo o pacto que permita la investidura de la presidenta accidental o en funciones, ya se ha dicho que se convocarán nuevas elecciones para septiembre, con lo que supondría de pérdida de un tiempo que los andaluces necesitamos cada vez con más urgencia y la inversión de nueve o diez millones de euros para dinamizar la máquina electoral.

Por el momento, angustia nos producen muchas de las actitudes que vemos de parte de quienes tienen la responsabilidad de hablar por su partido u organización, por lo vacías que están muchas de ellas y no menos por el afán de protagonismo y ansias de poder que muestran. De hecho, si los calificamos como de niños traviesos y caprichosos tampoco crean ustedes que exageramos. Resumiendo, que deseamos que acabe cuanto antes esta situación por los males que acarrea para todos y que los mandamases de los partidos políticos se dejen de cortapisas que invalidan mayorías y que, como se ha demostrado en parecidas circunstancias, finalmente no sirven de nada.