El
Fondo Monetario Internacional puede analizar como le venga en gana la
situación económica de nuestro país, y no menos el resto de
controles, desde la Troika comunitaria hasta cualquier otro organismo
relacionado con el futuro de países en los que la crisis económica
ha incidido de forma brutal, que es el caso del nuestro, porque una
cosa es lo que nos cuentan interesadamente y otra la realidad en la
que nos desenvolvemos. Por aclararlo un poco y situarnos en una
realidad nada virtual, sepan ustedes que, por el momento, un
veinticinco por ciento de los contratos firmados desde enero a abril
de este año lo han sido por siete días e incluso menos; recuerden,
un veinticinco por ciento. El porcentaje aumenta si contabilizamos
solo los suscritos a tiempo parcial, que quedan en el veintiocho por
ciento. Y no crean que es cosa del momento, porque viene de muy larga
distancia y experiencia, puesto que aumentó en 2006 y 2007, que
fueron años de la burbuja inmobiliaria y la situación económica
era pujante por entonces. No obstante, fue entre 2008 y 2013 cuando
alcanzó máximos históricos y se mantiene hasta este mismo
ejercicio de 2015.
Los
grandes males de nuestro mercado laboral no son otros que el largo
camino que estamos recorriendo desde 2007, con la temporalidad de los
contratos como virus enfermizo. Si nos fijamos en las estadísticas
de contratación que, por meses, nos llegan, lo de encontrar la
medicina adecuada que acabe con tan larga enfermedad por el momento
no ha sido posible. Observando mayo pasado, casi el ocho por ciento
de los contratos acordados entre empresa y trabajador fueron
indefinidos. Sin embargo, si se desmenuza este contrato vemos que la
duración concreta de éstos en la mayoría de los casos no llega a
una semana. Exactamente, 1.333.837 de un total de 5.476.901,
incluyendo tanto los temporales como los fijos. No obstante, la
importancia de estos acuerdos laborales de muy corta duración
aumenta todavía más cuando se analizan solo los de los empleos a
jornada parcial, donde el porcentaje sube hasta casi el veintinueve
por ciento.
Ahora
llegan Comisiones Obreras y la Unión General de Trabajadores y se
reúnen con las patronales para firmar un acuerdo que contempla un
pacto salarial, según el cual este año estas organizaciones
recomendarán a sus negociadores de convenios colectivos que pacten
incrementos de salarios de hasta el uno por ciento este año y de
hasta el uno y medio el que viene. Mientras, las recomendaciones que
nos hacen llegar responden a convencernos de que un contrato no es
sinónimo de un puesto de trabajo y que los datos sobre contratos es
un flujo en el que se agregan los ultracortos, porque sepan ustedes
que existen de hasta una hora; los muy cortos, los cortos, los de una
duración indeterminada o los fijos. Los de duración indeterminada
responde a un grupo muy amplio dentro de los temporales, puesto que
engloba a la inmensa mayoría de los de obras o servicios.
Durante
todo 2006, los contratos de una semana o menos representaban casi el
quince por ciento de todos los firmados. En 2007 el porcentaje creció
unas décimas y así se mantiene hasta ahora, que ha alcanzado casi
el veinticinco por ciento. En todo este tiempo, nuestro país ha
vivido los años finales de la burbuja, cuando el paro rondaba solo
el siete por ciento, el desplome del mercado laboral, con más de
tres millones y medio de empleos perdidos, y, ahora, con una
recuperación que crea empleo, aunque por debajo del histórico
listón del dos por ciento. En cuanto a las reformas laborales
recordemos que se han controlado al menos cuatro que bien merecen ser
recordadas y que van desde 2006 al 2012.
Todos
estos datos explican que la duración media de los contratos
temporales haya caído mucho en los últimos nueve años: en 2006 fue
de unos 80 días; en 2014, había bajado a poco más de 53 días. La
asociación de los contratos temporales y por horas a la precariedad
también se observa en los sueldos o en la voluntariedad de los
mismos. Un dato: los trabajadores a tiempo parcial, que en el sesenta
por ciento de los casos querían trabajar toda la jornada, ganan
10,7 euros por hora, seis menos que quien goza de un empleo de ocho
horas diarias.