jueves, 11 de junio de 2015

PRECARIEDAD LABORAL ABSOLUTA

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El Fondo Monetario Internacional puede analizar como le venga en gana la situación económica de nuestro país, y no menos el resto de controles, desde la Troika comunitaria hasta cualquier otro organismo relacionado con el futuro de países en los que la crisis económica ha incidido de forma brutal, que es el caso del nuestro, porque una cosa es lo que nos cuentan interesadamente y otra la realidad en la que nos desenvolvemos. Por aclararlo un poco y situarnos en una realidad nada virtual, sepan ustedes que, por el momento, un veinticinco por ciento de los contratos firmados desde enero a abril de este año lo han sido por siete días e incluso menos; recuerden, un veinticinco por ciento. El porcentaje aumenta si contabilizamos solo los suscritos a tiempo parcial, que quedan en el veintiocho por ciento. Y no crean que es cosa del momento, porque viene de muy larga distancia y experiencia, puesto que aumentó en 2006 y 2007, que fueron años de la burbuja inmobiliaria y la situación económica era pujante por entonces. No obstante, fue entre 2008 y 2013 cuando alcanzó máximos históricos y se mantiene hasta este mismo ejercicio de 2015.

Los grandes males de nuestro mercado laboral no son otros que el largo camino que estamos recorriendo desde 2007, con la temporalidad de los contratos como virus enfermizo. Si nos fijamos en las estadísticas de contratación que, por meses, nos llegan, lo de encontrar la medicina adecuada que acabe con tan larga enfermedad por el momento no ha sido posible. Observando mayo pasado, casi el ocho por ciento de los contratos acordados entre empresa y trabajador fueron indefinidos. Sin embargo, si se desmenuza este contrato vemos que la duración concreta de éstos en la mayoría de los casos no llega a una semana. Exactamente, 1.333.837 de un total de 5.476.901, incluyendo tanto los temporales como los fijos. No obstante, la importancia de estos acuerdos laborales de muy corta duración aumenta todavía más cuando se analizan solo los de los empleos a jornada parcial, donde el porcentaje sube hasta casi el veintinueve por ciento.

Ahora llegan Comisiones Obreras y la Unión General de Trabajadores y se reúnen con las patronales para firmar un acuerdo que contempla un pacto salarial, según el cual este año estas organizaciones recomendarán a sus negociadores de convenios colectivos que pacten incrementos de salarios de hasta el uno por ciento este año y de hasta el uno y medio el que viene. Mientras, las recomendaciones que nos hacen llegar responden a convencernos de que un contrato no es sinónimo de un puesto de trabajo y que los datos sobre contratos es un flujo en el que se agregan los ultracortos, porque sepan ustedes que existen de hasta una hora; los muy cortos, los cortos, los de una duración indeterminada o los fijos. Los de duración indeterminada responde a un grupo muy amplio dentro de los temporales, puesto que engloba a la inmensa mayoría de los de obras o servicios.

Durante todo 2006, los contratos de una semana o menos representaban casi el quince por ciento de todos los firmados. En 2007 el porcentaje creció unas décimas y así se mantiene hasta ahora, que ha alcanzado casi el veinticinco por ciento. En todo este tiempo, nuestro país ha vivido los años finales de la burbuja, cuando el paro rondaba solo el siete por ciento, el desplome del mercado laboral, con más de tres millones y medio de empleos perdidos, y, ahora, con una recuperación que crea empleo, aunque por debajo del histórico listón del dos por ciento. En cuanto a las reformas laborales recordemos que se han controlado al menos cuatro que bien merecen ser recordadas y que van desde 2006 al 2012.

Todos estos datos explican que la duración media de los contratos temporales haya caído mucho en los últimos nueve años: en 2006 fue de unos 80 días; en 2014, había bajado a poco más de 53 días. La asociación de los contratos temporales y por horas a la precariedad también se observa en los sueldos o en la voluntariedad de los mismos. Un dato: los trabajadores a tiempo parcial, que en el sesenta por ciento de los casos querían trabajar toda la jornada, ganan 10,7 euros por hora, seis menos que quien goza de un empleo de ocho horas diarias.