Como
sabemos que andan preparando las vacaciones de este verano, para lo
que es imprescindible, en la mayoría de los casos, el coche, bueno
sería que tuvieran ustedes en cuenta lo importante que puede llegar
a ser una revisión a tiempo. Y todo por evitar gastos inútiles,
averías de gran envergadura y no menos contratiempos, que de todo
nos puede ocurrir. Al fin y a la postre, se trata de poner a punto,
que a veces ni siquiera es necesario, nuestro vehículo, ese al que
no hacemos mucho caso, que atendemos en lo que conocemos como
imprescindible y que solo cuando avisa de que algo va mal acudimos al
mecánico de confianza para que lo someta a una revisión de más
calado. Sin embargo, dispondremos de él, como todos los años, para
que transporte lo que necesitemos en el desplazamiento habitual a la
playa o la sierra, cuando a otra ciudad. Es decir, que meteremos todo
lo que quepa y un poco más, que es cuando de verdad agradecemos que
disponga de tanto espacio y lo fácil que es acceder a él. Eso sí,
en ningún caso se nos ocurrirá, dependiendo de los kilómetros que
vayamos a recorrer, saber si la presión de los neumáticos es
aconsejable aumentarla o todo lo contrario; o de no entorpecer la
visibilidad exterior, sabiendo que podemos incurrir en una denuncia
en caso de que la carga nos haga perder perspectiva, que en ese
detalle la Guardia Civil de Tráfico se fija mucho por la
peligrosidad que genera.
Entre
nosotros, aunque no se lo crean o al menos les cueste trabajo
admitirlo, no faltan los que pueden permitirse el lujo de cambiar de
residencia en época estival un par de meses, y nos alegramos
sinceramente de que así sea. No obstante, siempre nos queda la duda
de si habrán hecho los deberes antes de salir de viaje o lo habrán
dejado para otro momento, decisión muy compartida entre quienes
deducen, erróneamente por supuesto, que su coche no necesita más
cuidados de los que él le aporta periódicamente, casi siempre
coincidiendo con los cambios de aceite y poco más. Se les olvida,
suponemos que por desconocimiento cuando no por desidia, que un
vehículo es simplemente un gran mecano compuesto de miles de piezas
y elementos que, unidos todos y colocados en el lugar que les
corresponde, permiten que circule con total normalidad y siempre
aportando seguridad a sus ocupantes, detalle que debe ser agradecido
de la única y mejor forma que conocemos: sometiéndolo a las
revisiones lógicas y propias que necesita y que no siempre,
atención, están ligadas a los kilómetros que acumula y sí al uso
que le damos y por las carreteras que circulamos.
Dicho
esto, con tiempo más que de sobra para invertirlo en una revisión
de vacaciones, que es lo mismo que decir que observar y comprobar
veinte o treinta puntos concretos entre motor, suspensión y demás
elementos de nuestro automóvil, es lo que nos merecemos; no sólo el
coche, nosotros, que para eso lo disfrutamos, lo conducimos, lo
cargamos con lo mejor que tenemos y en él viaja, además, nuestra
familia, a la que toda la seguridad que le aportemos siempre será
poca. Por lo tanto, nada de excusas porque pueden acabar pasándonos
factura en momentos tan dramáticos como que nos averiemos en pleno
camino, con las temperaturas veraniegas que padecemos, con la familia
tirada en la carretera, lejos de la civilización y esperando la
llegada de la grúa y del vehículo que nos transportará a la ciudad
más próxima. Y llegados a este punto, atención porque es muy
importante que revisen la capacidad de maniobra y de servicios que
tiene contratados con su compañía de seguros, porque puede llevarse
sorpresas que agravarán aún más el mal momento que supone que nos
falle el coche en mitad del camino. Se trata sencillamente de acudir
al profesional de la aseguradora para que le detalle hasta dónde
alcanzan los servicios pactados entre usted y ella, y luego decidir
si aumentarlos o dejarlos como están. Lo que no es aconsejable es no
conocer cuáles y hasta dónde les socorrerán en situaciones de este
tipo. ¡Vamos, dense prisa, que aún están a tiempo!