Ayer
se celebró el día mundial de la tapa. Sí, para algunos puede
resultar sorprendente, pero el mundo entero, todos los 29 de
septiembre, rinde homenaje a algo tan compartido por los humanos como
es la tapa, un pequeño bocado que en algunos casos alcanza categoría
de primer plato y que, concretamente en España y entre nosotros,
forma parte de nuestras costumbres más arraigadas. La fecha elegida
y la convocatoria como tal se debe a la asociación “Saborea
España” y cuyo objetivo es promover y compartir la gastronomía de
nuestro país para que forme sea un atractivo turístico más. Se
sabe, por ejemplo, que de los más de sesenta millones de turistas
que visitaron España el año pasado, más de siete millones se
decantaron por nosotros precisamente por nuestra cocina. Dicho esto,
deducir que los alimentos y, más aún, cómo los cocinamos, han
conseguido categoría de primer orden cuando de escoger dónde los
comemos se trata, no parece que admita dudas. Y la tapa está ahí,
esperándonos en el bar de la esquina o en el restaurante de la
avenida. Entre nosotros, que en realidad es a lo que vamos, porque
nos debe interesar por encima de todo lo nuestro, lo primero que nos
llama la atención es la fecha que elegimos para dedicárselo a este
regalo gastronómico, al que además le hemos dado categoría de
ruta. Y es que, siempre de acuerdo con buena parte de los baristas,
ni es la mejor, porque se pierde sinergia positiva de gran
importancia económica al coincidir con otros eventos que le restan
presencia de clientes, y porque no se cuida el detalle de la
protagonista del encuentro, es decir, la tapa. De entre las quejas o
denuncias más compartidas, la falta de imaginación de algunos
participantes, que no van más allá de la elementalidad en la
confección, y escasa originalidad en el resto.
Unirse
al mundo compartiendo el día de la tapa, que es lo que se hizo ayer,
es una posibilidad más de negocio del que nosotros, nuestros hombres
y mujeres de bares y restaurantes, debían aprovecharse si de verdad
lo que buscan es reencontrarse a diario con clientes con ganas de
conocer sus especialidades. Sin embargo, como hemos comprobado, la
fecha ha pasado sin pena ni gloria, suponemos que debido al
desconocimiento que existe entre los profesionales del sector. La
realidad es que la tapa en toda su dimensión se ha convertido en un
atractivo de gran importancia gastronómica entre quienes visitan
nuestros establecimientos de hostelería, y aquellos que menosprecian
este fenómeno o no acaban de dimensionarlo correctamente, estamos
convencidos que lo sentirán en poco tiempo. De hecho, aprovechar la
corriente compartida de quienes apoyan decididamente el día de la
tapa en el mundo, por el momento aumenta en número y en calidad de
manera que actualmente solo quedan algunas ciudades por incorporarse
a esta convocatoria. El negocio que ha generado en los últimos años
el encuentro es lo suficientemente importante como para, cuando
menos, aprovechar la dinámica que mantiene desde el año en que se
implantó.
A
partir de ahora, y con un año por delante, es decir, con tiempo
suficiente para preparar cómodamente la posibilidad de unirse o no a
esta celebración, esperamos conocer la opinión de nuestras mujeres
y hombres de los fogones más representativos de la ciudad. Al fin y
a la postre, son ellas y ellos los únicos protagonistas, eso sí de
una importantísima cita económica con la tapa como objetivo, de una
celebración con categoría mundial.