miércoles, 16 de septiembre de 2015

DEMASIADA PRESIÓN PARA CATALUÑA Y ESPAÑA

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Mucho tendrían que cambiar las cosas para que entre y Cataluña y el resto del país siguiera todo igual después del día 27 de este mes, que es cuando los ciudadanos catalanes tienen la cita con las urnas y decidir algo más que el gobierno que les regirá a lo largo de los próximos cuatro años. Mucho. La herida ya está abierta definitivamente y estamos convencidos de que han sido muchos los que se han sentido menospreciados por una verborrea absurda de los políticos que trabajan por la independencia, que se han encargado de culparnos de todos sus males, incluidos la corrupción de sus máximos representantes, la pérdida de sus genes patrios y que no sean todo lo inteligentes que esperaban. Por supuesto, responsables en primera persona lo somos también de que su superávit económico sea repartido entre las regiones menos industrializadas. Esto quiere decir, por tanto, que andaluces y extremeños somos su gran cáncer y contra nosotros lanzan sus endiablados mensajes no exentos de rencor y odio. Cierto que son unos cuantos, pero con una gran capacidad para hacer ruido y conseguir que sus dolorosos mensajes lleguen a su destino. Y ahí andan, con la fecha emblemática del 27 como punto final sin retorno y a partir del cual ni siquiera tendrá importancia el resultado electoral, porque ya han dicho que se quedarán con lo que más les interese: o escaños o votos.

Mientras, en silencio, corriendo como pólvora endiablada por las redes sociales, andan los ciudadanos cabreados renegando de todo lo que tiene relación con este maravilloso pueblo y sobre el que han hecho caer algo más que sus frustraciones, hincándole el diente en donde más duele y que no es otra cosa que rechazar todo lo catalán, especialmente los productos que allí se producen, desde alimentos a maquinillas de afeitar, además de cremas, telas, coches, etc. En definitiva, todo lo que tengan sello catalán. Terrible y preocupantemente repartida por el resto del país esta decisión, que puede tener consecuencias económicas imprevisibles y en todo caso nefastas para una parte de España que no han cuidado detalle tan importante como el hecho de que, para conseguir sus deseos independentistas, hayan usado a parte de España como justificación no sin antes haberle dañado en los más profundo de sus sentimientos. Menospreciar las entrañas y la historia del resto del mundo no es una buena decisión, lo miremos desde lo miremos y más si de por medio se echa mano de la mentira para avalar sus palabras.

En nuestro caso, hemos sido un pueblo al que la historia y los hechos han violentado desde siempre, invadido por reinos castellanos, del que se han llevado sus secretos de supervivencia y su mejor gente para explotarla y someterla sin piedad. Nosotros, los andaluces, formamos parte del resto de España porque estamos repartidos por todo el territorio, aunque especialmente en el País Vasco y Cataluña, en donde nos hemos entregado en cuerpo y alma para agradecerles el trabajo que nos proporcionaron y que tanto nos ayudaron a prosperar. Pero en ningún caso como limosna, que para eso tenemos orgullo de sobra y no aceptamos nada que no nos hayamos ganado a pulso. La acumulación de industrias por metro cuadrado que esa hermosa tierra posee no se debe, al menos no exclusivamente, a que sean ellas y ellos emprendedores diferenciados y sí a la política aniquiladora del gobierno franquista, que además de buscar la erradicación de los pueblos de escasa población, se dedicó a desindustrializar el resto de España para instalarlo entre vascos y catalanes. Los que tengan dudas que observen con atención el reparto de la industria española y verán que la desproporción es sangrante. Por todo esto, si observamos en cualquier establecimiento a un comprador interesándose por el origen de lo que quiere adquirir, que nadie se extrañe que en algunos casos lo rechace.