Independientemente
de los resultados positivos que acaben trayéndonos los esfuerzos que
aseguran se están haciendo por parte de los nuevos dirigentes
políticos de nuestra ciudad, lo evidente es que algo está cambiando
en este importante apartado de la política, puesto que al menos en
lo entrevistarse con los diferentes responsables políticos,
especialmente de la Administración autonómica, es como si
hubiéramos cogido carrerilla o gustillo a la cosa y ahí están los
nuestros, aporreando puertas y buscando ideas, apoyos y, sobre todo,
dinero, para invertir en donde falta parece que hace. De si es
fundamental para la viabilidad de los proyectos presentados en tiempo
electoral lo de ir a que te conozcan allí donde se decide el futuro
de nuestra comunidad, al menos esa es la impresión que da, aunque
tengamos que esperar a los resultados si queremos ser justos y no
incondicionales o palmeros de las políticas de los dirigentes de
turno.
Sin
embargo, aceptando que la impaciencia forma parte de nuestro ADN,
¿alguien ha dicho algo sobre la recuperación de santa Marina?
Oigan, es que ese templo reconvertido en centro cultural en donde se
desarrollaban la práctica totalidad de los eventos con algo de
importancia y brillo en nuestra ciudad, parece condenado a mantenerse
cerrado por el peligro de derribo que alberga y que ni Obispado ni
Ayuntamiento han dicho este inmueble es mío, aunque todos sabemos
que forma parte del patrimonio eclesiástico y actualmente cedido a
la Casa Consistorial, que deberá correr con los gastos de
mantenimiento y recuperación que sean necesarios. Y en eso estamos
actualmente, en la tensa espera que supone el no conocer noticia
alguna que nos alivie de la duda que nos quita el sueño y que tanto
ayudaría a la ciudad, especialmente a los colectivos empeñados en
proyectar una Andújar culta y comprometida desde lugar tan
emblemático.
El
primer susto que nos dio el antiguo templo lo vimos en su torre, en
su espadaña, aunque venía anunciando desde lejos que no estaba en
las mejores condiciones para ser utilizado como venía siéndolo. Se
le abrazó con grandes columnas de hierro y así se mantuvo por años,
no sabemos si porque no sabían cómo actuar o porque se buscaba
financiación, aunque fuese atípica, que permitiera su recuperación.
Afortunadamente pudimos quitarnos de en medio la pésima imagen que
nos proporcionaba la preobra y recuperar su aspecto exterior, pero
todo quedó en eso, puesto que no tardó mucho en anunciar por sí
misma que no podía más, que estaba en situación de ruina
manifiesta y peligrosa, y que lo mejor era salir de su interior antes
de que ocurriera una desgracia.
Precisamente
por lo que les decíamos al principio de nuestro comentario, ¿se
habrá tenido en cuenta por parte de nuestros políticos reunirse con
quienes pueden echarnos una mano desde Sevilla e invertir en este
viejo templo que tanto necesitamos? Sabemos que entre nosotros no
faltan colectivos que, como es nuestro caso, nos invitan a que nos
incorporemos al grupo de quienes trabajan en favor de la recuperación
de este viejo edificio, convencidos, y en eso también coincidimos,
de que mantenerlo cerrado contribuye claramente a su deterioro. Por
eso no hemos planteado hoy a santa Marina como un ejemplo de dejadez
municipal que, como parece que le ha ocurrido a una gran mayoría de
la ciudadanía, ahora espera que los recién llegados se armen de
valor y decidan el inmediato aterrizaje de cuadrillas de
profesionales y de máquinas que acaben con la peligrosa ruina que se
consolida a nuestro lado.