
Quizás
sea cosa nuestra o percepciones equivocadas, pero apreciamos en la
crítica generada en contra de la feria algo más que intención por
menospreciar el trabajo desarrollado por las personas que se han
involucrado en su organización. Es más, algunas rezuman rencor y
envidia en grandes cantidades, y eso no es bueno ni siquiera para
quienes patrocinan este tipo de opiniones. Y es que una cosa es echar
por tierra lo que hacen los demás porque realmente lo han hecho
rematadamente mal o simplemente se trata de criticar por criticar. De
hecho, es tal el despropósito de algunos, que deducir que se trata
de una simple rabieta con el añadido de una buena razón de envidia
es lo menos que aparenta para el lector, que tiene todo el derecho
del mundo a llegar a conclusiones tan disparatadas como las propias
opiniones. Con todo, está bien lo de que cada uno diga lo que le
parece ante los demás, que exprese lo que opina sobre lo puntual,
pero si tenemos en cuenta que lo enorme, lo desproporcionado, lo
trascendente está por conocer, tampoco sería descabellado poner en
uso la paciencia, que viene a ser lo así como asumir los valores del
santo Job y aparecer ante el resto del mundo como personas
inteligentes y no como niños caprichosos y mal criados.
Según
nosotros, lo que nos debería interesar mientras esperamos datos
sobre lo que ha ocurrido con los esfuerzos llevados a cabo desde
nuestra Casa Consistorial, es lo importante, lo trascendente. Con
esto queremos decir que ha sido el Partido Socialista a lo largo de
la campaña electoral y cuando se le ha pedido confirmación sobre
sus promesas, quien se puso al frente de las justificadas y ansiadas
necesidades de toda la ciudad y se trata de comprobar si está en el
asunto y no tanto, por intrascendente, en si los fuegos artificiales
del lunes duraron más que el año pasado o si fueron más
espectaculares. Por supuesto, ahondar en el tema de los Llanos del
Sotillo, lo de Innovandújar, recuerden, que hasta ahora se ha
tragado unos cuantos millones de euros de los que nadie ha dado
cuentas creíbles hasta ahora y que ha arruinado a más de uno de los
propietarios de esos terrenos; o si por fin nuestra ciudad formará
parte del corredor del Mediterráneo que nos permitiría no solo
mantener, sino aumentar la importancia de la comarca en los planes de
desarrollo de Edif o Renfe; o si saben algo en el Ayuntamiento sobre
las empresas de las que nos hablaron y que generarían puestos de
trabajo… Por supuesto, una vez casi superados los cien días desde
que tomaron posesión del cargo, preguntarles en qué han consistido
sus tareas o, mejor aún, cuánto tardaremos en saber de la evolución
a positivo de la que tanto nos hablaron en momentos electorales…
Perder
el tiempo en nimiedades, aunque tengan algo de importancia e interés
personal para unos cuantos, no deja de ser una bagatela para los
demás si la comparamos con lo que de verdad nos debe importar. Eso y
no caer en el error de dejarnos llevar por quienes, entre sus
justificadas necesidades, tienen las de obtener rendimiento de todo
lo malo que le ocurra al vecino, que tampoco faltan. Basar nuestras
críticas en lo importante acaba siendo mucho más práctico que
perder el tiempo en lo básico, aunque tengamos que reconocer que es
más cómodo y rentable entre quienes, como nosotros, tienen pocas
necesidades que cubrir. Por todo esto, ¿no sería mejor esperar
hasta el próximo año para hacer comparaciones? ¿Qué podemos
exigir a unas personas que acaban de llegar a una cocina que ha sido
usada hasta hace solo dos meses y que no parece que la hayan dejado
todo lo limpia que debían? Sinceramente, les invitamos a que piensen
por sí mismos y que no se dejen llevar por intencionadas campañas
de desprestigio que finalmente, por otra parte, acabarán cansando
hasta sus propios creadores.