Como
era de esperar, el asunto de las tasas romeras ha generado infinidad
de opiniones y no menos polémicas. Es evidente que el cobro por
disfrutar de un lugar en el cerro de la Cabeza no cayó bien a nadie
en su día, allá por 2012, y el que ahora el nuevo gobierno
municipal haya decidido eliminarlo sin duda que ha supuesto un alivio
para muchas personas, aunque tampoco han faltado las que están en
desacuerdo con esta decisión municipal aprobada en el pleno del
pasado jueves con los votos en contra del Partido Popular e Izquierda
Unida. Y que conste que lo sabíamos, por lo mismo que intuíamos que
los pronunciamientos en las dos direcciones serían protagonistas
allí donde, como en el caso del facebook de Radio Andújar, se les
invitaba a opinar. Naturalmente, una vez leídos, eliminados flecos e
interesadas opiniones, no admite duda que se han colado los mensajes
aleccionados por la clase política implicada en el sí y en el no.
De otra parte, llama la atención el hecho de que a estas alturas,
luego de tanta crítica incluso desproporcionada que hemos conocido
desde el año de su implantación, ahora parece que son más los que
están a favor del pago de las tasas que los que las rechazan. Y no
menos algunos de los mensajes por su forma de expresarse y los
conocimientos que muestran en cuanto a detalles demasiado concretos.
En
general, lo leído nos sitúa ante una realidad por sí misma
convincente, puesto que las quejas más compartidas desde el inicio
del cobro están ligadas a la falta de intervención que el gobierno
municipal ha realizado en favor del entorno y las necesarias
infraestructuras que demanda el peregrino en el apartado de
servicios. De ahí que, en el caso del cobro a las carretas y por los
servicios especiales que se prestan en esos días, se haya dejado
para cuando las tasas sean revisadas en su totalidad. Es decir, que
si los ingresos que han proporcionado hasta ahora las tasas cobradas
se hubieran invertido directamente en la mejora del entorno, que
necesita, entre otras inevitables mejoras, la recuperación general
de la zona, con accesos más seguros y cómodos, espacios de estancia
menos agresivos para la ubicación de vehículos y tiendas de
campaña, aseos en número suficiente y su cuidado y vigilancia al
menos a lo largo de los días festivos, etc. Por otra parte, el hecho
contrastado de que el dinero recaudado no haya superado ningún año
al costo que genera su recaudación, evidentemente, también influye
de manera negativa en las posibilidades económicas municipales de
invertir en una zona de su término municipal que al menos por ahora
es utilizado masivamente dos semanas al año.
En
cuanto a los comentarios que hemos tenido oportunidad de leer, que
han sido cientos y con todo tipo de contenidos, echamos de menos en
una gran mayoría de ellos más imaginación en favor de la mejora
general de nuestra romería. Es una pena que ante la oportunidad que
se nos ha abierto a todos y todas para dialogar sobre el sí o el no
de las tasas de romería, no hayamos ido más lejos de críticas
ideológicas endebles y de escaso recorrido. Es más, caer en la
tentación de asegurar que muchas de ellas han sido dirigidas no es
nada descabellado. En definitiva, que hemos podido comprobar que no
siempre lo de perder se lleva bien. Lo importante por trascendente y
que no debe olvidársenos es que un gobierno municipal legitimado por
las urnas ha decidido eliminar una decisión de su predecesor porque,
entre otras razones, lo incluía en su programa electoral. De hecho,
de no haber sido así, que nadie dude que serían cientos e incluso
miles los ciudadanos que le reclamarían su retirada, y debe quedar
claro que estarían suficientemente legitimados para ello. Aceptar
que a partir de esta romería las tasas no serán precisamente
ninguna cortapisa para que nos desplacemos hasta el santuario debería
suponer un alivio para muchas personas, familias, que han venido
quejándose de la única manera que les ha sido posible y que no ha
sido otra que la de acudir al santuario en días alejados de la
romería.