lunes, 19 de octubre de 2015

¡A VIVIR DE LOS TONTOS!

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Las consecuencias inmediatas que se desprenden de la ya definitivamente lanzada campaña de las elecciones del próximo 20 de diciembre, son muchas y significativas. Por ejemplo, comprobamos cómo los que no tienen claro su futuro o su continuidad en el partido por el que llegaron a ocupar cargos de importancia, comienzan a moverse en busca de seguridad en cualquier otro que se la ofrezca; dará lo mismo que los idearios políticos de ambos no se parezcan en nada, pero eso de asegurarse un puesto de trabajo de la misma o incluso inferior categoría tiene hoy una trascendencia laboral innegable. Debemos tener en cuenta no solo el sueldo que se embolsa legítimamente todos los meses, que ya de por sí es fundamental, sino el estatus social del que disfruta a lo largo de la legislatura, y más si lo hace formando parte de un grupo político con posibilidades reales de aumentar su apoyo social y alcanzar relevancia ministerial. Dicho esto, conviene no perder de vista lo noticiable que nos llega procedente del mundo de la política, porque si les hemos planteado la dimisión de la señora Lozano, exparlamentaria de UPyD, y su incorporación, nada menos que en el puesto número cuatro de la candidatura por Madrid que encabezará el actual secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, tampoco podemos obviar la tangana que se ha formado en el seno de este partido por esta decisión.

Tampoco Izquierda Unida, Podemos, Partido Popular y algún que otro nacionalista puede presumir de tener asegurado su grupo ante una cita de tanta importancia como son las elecciones generales. Y todo, digan lo que digan, por lo mismo que les hemos dicho: por asegurarse un puesto de salida que les permita la continuidad o bien la incorporación a los puestos que les proporcionarán un sillón en el Senado o en el Congreso, que es donde de verdad se puede decir que se ha alcanzado la meta deseada; porque es donde de verdad se consigue una buena nómina, donde se come y se bebe por costo muy inferior al de la calle, porque se dispone de despacho, porque te pagan dietas que puedes ahorrarte si cuidas el detalle, porque hasta puedes conseguir un coche oficial para ti con conductor y todo, porque viajará gratis… Hasta llegar a esa plataforma de salida, ansiada por una mayoría silenciosa que medra con cautela y persigue su meta con esfuerzo, lo de entregarse a las peticiones o exigencias del partido, todo es uno. La máxima es que te conozcan en la calle, que seas un aceptable orador y poseas una contrastada capacidad para mentir sin que se te mueva un músculo de la cara; lo demás vendrá por añadidura. Una vez situado entre la clase dirigente, que es donde de verdad se cuecen las decisiones a tomar y los puestos de privilegio desde los que acceder a posiciones aún más prestigiosas, unirte como delfín a los consolidados líderes puede suponer alcanzar tu sueño más ansiado. Los populares, como en el caso de los socialistas, son los que más ruido están haciendo llegar a la calle. La dimisión de la hasta ese momento presidenta del partido en el País Vasco o la dimisión irrevocable, al menos hasta que Mariano Rajoy esté al frente del Partido Popular, de una congresista por Madrid, que justifica su decisión en la falta de horizonte que tiene su organización política, están sacando a la calle demasiados trapos sucios como para no valoramos como merecen.

Las formas las conocemos, los objetivos solo lo saben ellas y ellos y a nosotros solo nos queda llegar a conclusiones realistas. Quizá sea excesivamente práctico o exagerado, pero a nosotros nos parece que entre ellas y ellos se dicen aquello de “¡Vamos, que vienen las elecciones y hay que vivir de los tontos”. ¿Será verdad?