martes, 6 de octubre de 2015

CONSEGUIR EL APOYO VECINAL, ESENCIAL

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No es nuevo, pero sí obviado, aunque no sabemos si intencionadamente. Tampoco se trata de un asunto con sello de urgencia, pero sería conveniente que alguien le dedicara tiempo y resolviera el actual divorcio existente, y detectable desde muy lejos, entre ciudadanía y Ayuntamiento. A este respecto, el último dato lo encontramos en la feria de septiembre, que no sido lo compartida que esperaban y desearan los organizadores. Cierto que en ninguna otra hemos encontrado a tantos interesados en menospreciarla, que han usado las redes sociales podíamos decir que hasta con virulencia con el objetivo de hacer público su desacuerdo y, lo que es peor, lanzar al mundo una imagen de ciudad con escaso interés para el visitante. Es verdad que la edición de este año no ha sido la feria que esperaba la ciudad, quizá confiada en la llegada de nuevos gestores municipales, pero también lo es que éstos desde lejos anunciaron que el margen de maniobra que tenían era muy escaso y el económico nulo, por lo que la sorpresa no debía haber sido tanta por esperada. Pero, como hemos dicho, se trata de un detalle que nos puede servir de referencia para conocer el mal que creemos comparte mayoritariamente la ciudad y que debían solventar cuanto antes en beneficio de un colectivo más solidario, más participativo y dispuesto a echar una mano en donde tanta falta hace.

Las ciudades que prosperan responden en todos los casos a la fluidez de la comunicación existente entre los gestores y los residentes, para lo que es beneficioso gobernar con el apoyo y la comprensión de la calle, ya sea por un problema de tráfico o de limpieza. De hecho, implicar a la ciudadanía en la mayoría de las decisiones que deban tomarse facilita el trabajo a los gestores, que adoptarán sus normas con el apoyo de quienes finalmente serán o no perjudicados. Una dirección prohibida, la ubicación de los contenedores, si el aparcamiento se debe hacer o no por quincenas, iluminación, uso del equipamiento urbano, ancho de las aceras, arboleda… Si son ellos los que acaban por diseñar su propia plaza o avenida, si recae sobre ellos la responsabilidad de su gestión, a partir de este instante desaparecerán las quejas, las inconformidades, las denuncias o la inquietud vecinal por un trato de por parte de sus dirigentes.

Entre nosotros, desde siempre, la importancia que se le ha dado a la ciudadanía con respecto a su implicación y su prosperidad ha sido sencillamente nula, inexistente pero deseable. Seguro que no es fácil, que surgirían conflictos vecinales, pero al Ayuntamiento llegarían sus demandas listas para adoptarlas, ya que a lo largo del período que los vecinos y vecinas han dedicado a confeccionarlas, habrán desaparecido todos los flecos que entorpecen absurdamente este tipo de reuniones o asambleas. Y más sabiendo que nuestra ciudad cuenta con una consolidada federación vecinal y asociaciones en los barrios con años de trabajo a sus espaldas. Desarrollar la tarea que le corresponde al Ayuntamiento compartiéndola al lado de quienes serán finalmente los que se beneficiarán o no de las decisiones municipales, es como dar un paso de gigante en la aceptación de la totalidad. Se hubieran evitado, por ejemplo, inversiones millonarias en las calles peatonales, con el innecesario cambio de su solería; la primera y segunda intervenciones en el parque de san Eufrasio, para que luego casi nadie haya quedado satisfecho; el arreglo de las Vistillas, con la pérdida de arboleda que supuso, y en Colón, para finalmente acabar dedicándolo a aparcamiento… Se puede y se deben compartir las decisiones municipales en las que el ciudadano, de hecho, esté implicado. Lo quieran o no las autoridades, son los quien quitan y ponen gobiernos.