jueves, 22 de octubre de 2015

EL CONGRESO Y EL SENADO CIERRAN SUS PUERTAS

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A media mañana de ayer, el Congreso de los Diputados, y con él el Senado, echaban el cierre a la legislatura para comenzar la andadura hacia las elecciones del 20 de diciembre, que por cierto se esperan reñidas y no exentas de enfrentamientos entre partidos y líderes. Desde nuestro sillón de observadores, entender la situación es lo menos que se exige cuando de por medio está el futuro de todos nosotros y, sobre todo, para que no nos quiten el sueño con sus predicciones, que, dependiendo de dónde venga, serán positivas o todo lo contrario. La cita de diciembre tiene mucho de incertidumbre para quienes han gobernado y no menos para los que desean hacerlo, por lo que se la juegan a una carta especialmente aquellos que han anunciado que lo ideal sería conseguir mayoría absoluta. Sin embargo, los entendidos en las cosas de la política vienen anunciando con tiempo que de eso nada, de mayoría absoluta o simple imposible. Lo quieran o no, el bipartidismo ha acabado una etapa y ahora se inicia otra con protagonistas claramente diferenciados entre sí, con propuestas y exigencias que nada tienen que ver unas con otras y que, entre otras cosas, han conseguido que el electorado, el auténtico protagonista de esta historia, no acabe de situarse en el lugar que mejor se sienta. En esa duda se la juegan quienes han tenido oportunidad de demostrar su capacidad de gobierno y las realizaciones que han ejecutado a lo largo de sus mandatos, mientras que enfrente tienen a unos desconocidos dispuestos a imprimir nuevos bríos a las políticas sociales y a llevar a cabo grandes reformas en todos los estamentos del Estado.

Ahora en Común, que reúne a fuerzas de izquierdas y donde militan los ganadores más destacados de las últimas municipales; Podemos, que no ha querido unirse a ningún grupo y ha decidido enfrentarse en solitario a unas elecciones que estamos seguros le pueden cambiar su ambigua situación política; Ciudadanos, que se ha mostrado como la única fuerza con capacidad de atracción suficiente como para enamorar al electorado; Partido Socialista, que necesitará algo más que el atractivo personal de Pedro Sánchez y sus mensajes repletos de promesas, y de nuevas incorporaciones llegadas de otros partidos, y el Partido Popular, que se enfrenta a sí mismo convencido, o al menos eso es lo que nos cuentan, de que volverán a ganar y por mayoría absoluta. Faltan algunos más, pero ninguno con posibilidades reales de obtener votos en cantidad significativa como para inquietar a los conocidos por la mayoría de los ciudadanos.


De todo esto se deduce que si hasta ahora no nos han faltado mítines mañana, tarde y noche, prepárense porque lo que se nos viene encima tiene pinta de ser mucho mayor y más contundente. A todo esto, mientras la inversión económica prevista realizar a los partidos políticos para la cita electoral del 20 de diciembre se prevé millonaria, los resultados no están asegurados para ninguno de los que concurren, lo que le suma una perspectiva nada halagüeña para los que están y para los que acaban de llegar. Y más sabiendo, por las diferentes encuestas que se publican cada fin de semana, que en las predicciones tampoco se acierta, detalle que se complica si tenemos en cuenta que todas ellas tienden a mostrar los mejores resultados a la organización política que las paga, que, por otra parte, es una forma de conseguir que le abonen a uno la factura. Así las cosas, con todo manga por hombro, y por arreglar el país por completo, lo mejor es sentarse a esperar y ver la evolución del resto del mundo, que para eso nosotros somos mucho de ir donde va la gente.