Organizaciones
empresariales, obreros de todas las profesiones conocidas,
asociaciones sin fines lucrativos, deportistas de todas las
disciplinas, educadores y educandos, el mundo sanitario y muy
especialmente las personas que lo están pasando mal, nos hemos unido
casi sin cuestión previa para pedirles cuentas a los partidos
políticos que andan inmersos en lucha por la consecución del mayor
número de votos posibles en las próximas elecciones del 20 de
diciembre. Y todo porque vemos, no sin estupor, preocupación y
cabreo, que seguimos sin ser los protagonistas de sus mítines, los
que menos contamos cuando de detallar sus intenciones se trata. Ya
está bien, señores y señoras de la política española, de que nos
maltraten como lo hacen, de que sus objetivos no tengan nada que ver
con nuestras necesidades reales, esas que nos sitúan a las puertas
de los supermercados antes de entrar para comprobar si tenemos dinero
suficiente para hacer la compra. Parece como si ustedes fueran de
otro mundo y desde luego que se actitud confirma que en sus casas
necesidades, lo que se dice estrictamente necesidades, no tienen, y
eso no es justo si tenemos en cuenta que somos nosotros y nada más
que nosotros los que les abonamos mensualmente sus magníficas
soldadas, les ingresamos el dinero de sus seguros, incluido el de
jubilación, la Seguridad Social y el IRPF, y por supuesto que sus
dietas y gastos extra.
Ustedes
van a lo suyo y lo entenderíamos y aceptaríamos si de vez en
cuando, como regalo inesperado, les escucháramos decir algo sobre
nuestras demandas de trabajo, de vivienda, de comida y demás
necesidades habituales en la familia, porque observen ustedes que de
ninguna de las maneras queremos parecernos en el sueldo o en las
prebendas que disfrutan relacionadas con sus cargos. No. Lo nuestro
es mucho más elemental y práctico, ya que de lo que se trataría a
lo sumo es que consigan cubrir nuestras necesidades mínimas. No de
coches, ni segundas viviendas, ni de excesos lujosos; entre nosotros,
la clase obrera sin trabajo que desarrollar, el asunto va por los
estudios de los hijos, su alimentación, las necesidades que a partir
de ahora, con la llegada del frío, padecerán en casa… Ya les
decimos: cosas sencillas y creemos sinceramente que fáciles de
conseguir para ustedes. También queremos que sepan que estamos hasta
la coronilla de pedir ayuda a las personas, generosísimas ellas y
ellos, que se dedican a pedir alimentos para nosotros porque ustedes
no son capaces ni tan siquiera de conseguir que este apartado quede
cubierto permanentemente. Vergüenza debería de darles ver las colas
que se forman a las puertas de las organizaciones sociales en donde
se reparte comida entre las familias. Lo mismo que ocurre con las
personas que buscan y rebuscan alimentos donde sea, especialmente en
los contenedores de basura, que ya no es posible que lleguen más
bajo mientras sus señorías viajan en primera especial y porque no
hay otra más alta.
Entre
los más necesitados ni se nos ocurre pensar que ustedes sean todos
iguales o que no sean necesarios para que todo funcione; al
contrario, sabemos de su importancia y estamos de acuerdo en que así
debe ser. Pero ya está bien, oigan; ya está bien de que en días
tan importantes, por ser previos a la convocatoria electoral de
diciembre, se mantengan en sus trece y su trabajo lo dediquen
exclusivamente a pelearse entre sí. Dejen de denunciar lo que hacen
los otros y vénganse con nosotros a la tierra a comprobar de cerca
las calamidades que nos acucian y nos empobrecen a diario. Asuman de
una vez cuál es en realidad su papel y acepten que solo ganarán las
elecciones si comparten con el pueblo sus graves problemas y
deficiencias. Tengan un poco de sensibilidad y cariño por los demás,
por favor. Y es urgente.