jueves, 8 de octubre de 2015

INFORME DE CÁRITAS

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Cáritas acaba de hacer pública su memoria anual y, como titular demoledor, asegura que hoy un sueldo no ofrece suficiente protección contra la pobreza y la exclusión. Y apoya esta afirmación en el hecho de que el cincuenta y tres por ciento de las personas que acuden a la organización en busca de ayuda viven en hogares en los que algún miembro de la familia está trabajando. Por lo tanto, se trabaja, se disfruta de un empleo, pero la remuneración es tan escasa, que no les permite vivir exclusivamente de él, confirmando que una gran mayoría de los empleos actuales, de los que por cierto se vanagloria eufórico el Gobierno, mantienen el nivel de pobreza. De hecho, hace unos años, tener trabajo suponía una garantía de inserción social y desde luego, según Cáritas, eran muy pocos los que acudían a ellos pidiéndoles ayuda. Hoy no, hoy hay familias controladas que incluso con trabajo no podrían vivir sin la ayuda de las organizaciones dedicadas a este menester social.

Y, en contra de las opiniones de muchos de nuestros políticos y otros agentes sociales, no siempre son los más desfavorecidos los que tienen que buscar la ayuda de organizaciones caritativas, sino que familias que no se encuentran por debajo del umbral de la pobreza y viven en barrios en buenas condiciones, se ven forzadas por las dificultades a pedir la ayuda que les ofrecen, porque ya no pueden más. Si sabemos que la familia ha sido el primer sostén en el impacto de la crisis, sobre la que ha recaído la práctica totalidad del empobrecimiento de sus familiares más directos, el hecho de que cada vez están más debilitadas por las dificultades del acceso a un puesto de trabajo, dificulta enormemente su dinámica diaria. Pero como todo no van a malas noticias, Cáritas nos cuenta que en la estabilización en el número de las personas que atiende en España ha encontrado un dato positivo y éste no es otro que se mantiene el mismo número que el año pasado, exactamente dos millones ciento sesenta y nueve mil personas. No obstante, padecen más intensamente la pobreza si la comparamos con otros ejercicios, circunstancia que se debe precisamente a la estabilidad que ha adquirido su nivel de pobreza. Por ejemplo, el setenta y dos por ciento de los parados a los que se presta asistencia Cáritas lleva más de un año sin trabajo.

El informe, finalmente, destaca la tendencia existente de que la pobreza vaya pasando de padres a hijos como algo que se ha normalizado peligrosamente. La clase de familias a las que Cáritas presta sus servicios son mayoritariamente parejas con hijos, un cincuenta y tres por ciento, y casi del veinte por ciento son mujeres con hijos a su cargo. Es decir, que en estas familias la pobreza adquiere categoría de permanente, y los hijos de padres pobres tienen todas las papeletas de seguir siéndolo. Mientras, y lo vemos a diario, los mensajes que nos llegan procedentes de la clase política, especialmente desde el Gobierno, nada tienen que ver con esta cruda realidad. Desde la afirmación de que la crisis ya no vive entre nosotros hasta que la creación de empleo de calidad es un hecho, pasando por querer convencernos de que somos la locomotora de Europa, que somos el país que más crece y el que más empleo está creando, todo lo que quieren hacernos llegar es que somos un ejemplo de buena política y mejor gestión laboral. Bueno, pues todavía existe gente que se lo cree. Quizás los que ni han vivido estos malos años ni tienen previsto hacerlo.