La
política, con todo lo que representa para el control de un país y
con la rentabilidad que es capaz de aportar a la sociedad de la que
proviene, en realidad es un galimatías de cuidado: capaz de
alegrarnos un día y al siguiente de todo lo contrario, sus altibajos
emocionales acabamos padeciéndolos todos. Podíamos decir que así
de especial es la política que desarrolla o interpreta nuestra clase
política, que no tiene por qué ser igual en todas partes. En España
la política la sustentan, entre otros, los banqueros y luego los
políticos; en realidad, ellos son los que quitan y ponen presidentes
y sus correspondientes cohortes. Y luego, en los partidos, está lo
de sus respectivos idearios, que es como una oración que hacer
siempre que tengan que decidir algo importante para el país y su
partido. Por lo tanto, si los demás, aunque especialmente los que
les siguen en intención de voto, deciden emprender una acción que a
ellos les pueda parecer rentable en el número de adeptos que pueden
obtener de ella, las zancadillas, los discursos subidos de tono, las
denuncias por doquier y todo lo que haga falta con tal de que los
otros no saquen adelante su proyecto, les parecerá poco.
Especialmente, el asunto lo suelen encauzar por las denuncias en los
juzgados, para lo que aportan todo tipo de pruebas conscientemente
falsas y cuanto más enrevesadas mejor para sus intereses, que no son
otros que los de detener las intenciones de sus contrincantes.
La
más reciente que conocemos ha sido la de las minas de Aznalcóllar,
ya saben esas que hace unos años dejaron escapar miles de metros
cúbicos de veneno, de lodos, que llegó hasta las mismas puertas del
parque de Doñana, y que fue un desastre ecológico de una gran
envergadura. Como sabrán también, no le han faltado empresas del
sector que las quisieron poner en funcionamiento luego de una serie
de trabajos paralelos para evitar que vuelva a ocurrir el episodio de
1998. La Junta de Andalucía, que es la que tiene la potestad del sí
o el no, decidió hace unos meses que sí, que la escasez de trabajo
de esa población y las de los alrededores aconsejaba su puesta en
funcionamiento. Se abrió el concurso, se conocieron las ofertas, se
valoraron los proyectos y se decidió por una de ellas, suponemos que
la que más se ajustara a las cláusulas del contrato a firmar.
Inmediatamente de conocido el asunto por los otros partidos, tardaron
horas en presentar una querella en toda regla contra de las personas
que eligieron a la empresa en cuestión. Que si prevaricación, que
si mucho dinero de por medio, que si la minera no reunía las
características de las exigencias del contrato… En fin, todo lo
que necesitaba el juzgado para detener el proceso y dedicarle tiempo
a averiguar las razones expuestas y si efectivamente tenían relación
con lo denunciado. A todo esto, no faltó la prensa especializada en
dañar a la Junta y sus decisiones para poner la guinda en el pastel
con una información sesgada e infame.
Exactamente
seis meses después del inicio del sumario, la juez presidenta del
tribunal ha decidido el archivo de la investigación sobre el
concurso de la adjudicación de la explotación de la
mina de Aznalcóllar,
sencillamente porque no
aprecia indicios de prevaricación. Es decir, que asegura que no ha
habido acuerdo, como se denunciaba, entre los cargos y funcionarios
de la Junta de Andalucía imputados para, equivocándose
intencionadamente, favorecer al grupo ganador del concurso
investigado por la magistrada y la policía. No obstante, la
exdirectora general de Industria, Energía y Minas estuvo entre los
imputados que declararon ante la juez y fue apartada del cargo por
este motivo. Un calvario para ella y su familia, como para el resto
de imputados a los que ahora la justicia les exime de
responsabilidad.
Hasta
aquí la noticia, aunque el tema tiene aún mucho recorrido, o al
menos debería tenerlo si de verdad se quiere acabar bien la
historia. Y es que los promotores de la denuncia, que levantaron
falsos testimonios a manos llenas, que se inventaron lo inventable,
que pusieron toda la carne en el asador para que la Junta no pudiera
cumplir con su promesas de dar trabajo a los desempleados de esa
zona, parece que se irán de rositas. Si acaso, el regusto interior
de que al menos han parado el proceso durante unos meses. Nosotros,
mientras no se corrijan estos desequilibrios entre la clase política
y no se condene a semejantes personajes, seguiremos pensando que algo
va muy mal en nuestro país.