lunes, 9 de noviembre de 2015

MÁS QUE MEDIEVAL, ARTESANO

Imprimir


El pasado fin de semana, desde el viernes hasta el domingo, se ha desarrollado en nuestra ciudad un mercado medieval que, por cierto, de medieval no tiene nada, o al menos no lo que debería desprender de su nombre y de lo que comercializa. Al contrario, hemos podido ver de cerca las diferentes ofertas que se exponían en los mostradores y les podemos asegurar que de antiguo si acaso el entorno de la plaza de España; el resto, de lo más moderno y puntero en lo que se refiere a la moda e incluso a los alimentos. Los que sí parece que lo han disfrutado ha sido la ciudadanía de todas las edades, a la que hemos visto recorrer los puestos en busca de alguna ganga o algo original que llevarse como trofeo.


Cabreados también los ha habido y éstos no son otros que el comercio que abre todos los días y que es el que abona religiosamente los diferentes impuestos que debe a las Administraciones, que ha comprobado de cerca cómo sus ventas han sufrido un nuevo varapalo económico que acumularán a la espera de poder resarcirse de él con la llegada de fechas tan importantes como Navidad, fin de año y Reyes. Por eso no nos extraña que la Cámara de Comercio e Industria de Andújar no acabe de ver la conveniencia de este tipo de encuentros comerciales más o menos camuflados en falsos mercados antiguos en los que deberíamos encontrar cualquier artículo alejado claramente de lo que en realidad se pueden adquirir, incluso en mejores condiciones económicas, en los comercios que están justo al lado de los puestos ubicados en nuestras calles. De hecho, las han colapsado en contra de una dinámica que debería beneficiar a quienes son finalmente los que en realidad mantienen la ciudad, y no solo en el tema impuestos, sino también en la creación de empleo.


Dicho esto, la sangría de dinero que supone para el comercio local, sin que por ello no aceptemos que todo el mundo tiene derecho a un trabajo digno y sabemos que los gestores de este mercadillo ambulante cumplen religiosamente con sus obligaciones laborales frente a las Administraciones, nos invita a plantearnos la conveniencia o no de esta convocatoria anual visto su contenido y el enfrentamiento que plantean frente a los establecimientos de nuestra ciudad con respecto a las compras.


Así, mientras somos capaces de organizar encuentros comerciales a lo largo del año con el único objetivo de atraer a los potenciales clientes al comercio del centro de la ciudad y sus calles aledañas, luego no lo somos para decidir de acuerdo con la realidad de nuestro comercio al que le dan serios disgustos desde infinidad de frentes, la idoneidad de citas de las vividas este fin de semana.

Uno de los puntos más discutidos y denunciados por la hostelería de nuestra ciudad, por cierto la más beneficiada, está ligado a la aparente falta de salubridad que se observa allá donde se sirven alimentos y bebidas. Y todo porque no se mide con la misma vara a unos y otros; así mientras a los establecidos se les mira con lupa que tengan agua corriente en sus establecimientos, aseos en condiciones sanitarias mínimas, carné de manipulador a todos los empleados, etc., a los que vienen en caravanas se les pasa por alto estas mismas exigencias y expenden en condiciones realmente mínimas. Y es que, lo diga quien lo diga, eso de que al lado o frente a tu negocio se instale otro que comercialice la misma mercancía que la tuya y que los precios sean sensiblemente más bajos precisamente porque andan exentos de impuestos concretos, la verdad es que justo del todo no es. Pero esto es lo que hay y habrá que seguir esperando la intervención administrativa que ponga orden en donde tanto descontrol existe.

Y menos mal que el hecho de que en la calle estuvieran cientos de personas asistiendo al espectáculo les ha servido a algunos establecimientos para obtener algo de rentabilidad. Quizá por eso debía replantearse no solo la conveniencia, sino su contenido.