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Las
lluvias caídas estos días han vuelto a poner sobre la mesa un viejo
problema de la ciudad que no es otro que la evacuación de éstas. La
razón es elemental, ya que desde siempre ha ocurrido que el agua de
lluvia queda retenida en la calle para mal de personas y vehículos,
ya que en el caso de los primeros, cuando menos, sufren su paso por
charcos y lagunas, además de los salpicones que se producen con el
paso de vehículos y las complicaciones que genera. Cierto que
concretamente este tema se paliaría si los conductores tuvieran en
cuenta al peatón y, cuando coinciden con ellos, ralentizaran la
velocidad de su coche, pero esto no siempre ocurre y la norma es todo
lo contrario. Dicho esto, dejar claro que la Concejalía ha hecho con
tiempo su trabajo y cumplido con sus obligaciones cuando de plantear
el problema se trataba. ¿Entonces? Suponemos que lo de siempre, es
decir, que la burocracia y la despreocupación de los responsables
del asunto dentro de la empresa que gestiona todo lo relacionado con
el agua, incluida la potable, ha acabado por despreciar sus propias
obligaciones y esperar a que se produzca el milagro y todo quede en
cuatro charcos y algún susto que otro.
Sin
embargo, no es tan sencillo, o al menos esperamos que no lo sea.
Recordemos que, aunque leves, no han faltado inundaciones en bajos y
locales y no precisamente porque la lluvia haya superado las
cantidades habituales y sí porque a las puertas de algunos de ellos
se ha acumulado agua en cantidad suficiente como para superar las
limitaciones físicas propias de acerados y bordillos. Hace solo unos
días entrevistábamos al concejal responsable de este área en
nuestro Ayuntamiento y dejó claro que la reclamación ante Somajasa
estaba hecha en tiempo y forma, y que esperaba que agilizara el
cumplimiento de sus obligaciones con el fin de dejar expeditos la
totalidad de los imbornales existentes en la ciudad, especialmente
aquellos que vienen dando problemas desde hace tiempo y sobre los que
también desde hace años no se ejerce seguimiento alguno. Dicho
esto, aceptándolo como cierto, el hecho real es que el agua de
lluvia ha vuelto a repetir sus actuaciones en nuestra ciudad y todo
indica que seguirá haciéndolo por mucho tiempo.
Se
entenderá que entre la ciudadanía no se entienda semejante dejadez
empresarial al tiempo que culpa al Ayuntamiento de sus males. Y no
van descaminados si tenemos en cuenta que es éste el responsable
directo de la inhibición que muestra la empresa con respecto a este
asunto, puesto que es con ella con quien tenemos contratado el
servicio y con ella con quien debemos solventar el problema. A todo
esto, que nadie pierda de vista que la lluvia caída, en cantidad y
en tiempo, debía haber sido asumida por la red de alcantarillado de
la ciudad sin ningún problema. De haber sufrido las embestidas del
temporal que hemos conocido en otras ciudades a lo largo de estos
días, de otras consecuencias estaríamos hablando en estos momentos.
Por todo esto, dedicar esfuerzo a controlar una situación por sí
misma inaceptable por evitable e injusta nos parece lo mínimo a
realizar por parte de quienes están obligados a controlar que estas
situaciones no se produzcan, no al menos cuando la cantidad del agua
de lluvia no sea calificada de torrencial. Al fin y a la postre se
trata de cumplir con las obligaciones contraídas entre las partes,
en este caso, además, por contrato.