El
comentario que publicábamos ayer con la calle San Francisco como
recurso para poner el dedo en la llaga sobre lo que entendemos
nosotros que es un abandono intencionado de los propietarios de los
solares, edificios y locales comerciales, que tiene como único
objetivo esperar a que llegue el mejor postor y decida su alquiler o
venta, debería regirse por otro tipo de oferta-demanda, es decir,
que no debería ser tan sencillo abandonar a su suerte lo que se
quiere vender o alquilar sin inversión de mantenimiento de ningún
tipo y sin recuperar lo que a todas luces se está cayendo a pedazos.
Y atención que no nos referimos solo al pésimo aspecto que le
proporciona a su entorno e incluso a la calle en donde está ubicado,
sino al peligro que representa para los vecinos y los transeúntes el
que en estos lugares se inicie un proceso de deterioro que ataca
directamente a la estructura y no tarda en acumular todo tipo de
animales de tamaño variado que hacen de las suyas sin que nadie los
controle.
Por
lo que nos han contado las personas que han tenido a bien compartir
con nosotros la preocupación que hemos mostrado por la actual calle
San Francisco, comprobamos que existe una clara muestra de desacuerdo
de cómo afronta nuestro Ayuntamiento el papel que creemos tiene o
debe tener en lo que les comentamos, puesto que al fin y a la postre
es el responsable final del estado de la ciudad en todos los órdenes.
Y lo de esta emblemática vía, que no hace tanto era una arteria
comercial de las más importantes de Andújar, es un ejemplo más de
lo que vemos en cuanto ponemos el pie en la calle. Está claro que lo
de los dueños de solares y viviendas en general no pasa
precisamente por cuidar el detalle, que lo mismo les da que la casa
se caiga por su propio peso o que el solar, que anda a la espera de
su venta para construir, pueda entrar y salir quien le apetezca. En
su día, coincidiendo con la llegada de romería, semana santa y
otras celebraciones populares, alguien desde el Ayuntamiento tuvo la
feliz idea de cubrir con fotografías los escaparates y fachadas y
así evitar las vergüenzas que los locales vacíos, de aspecto
deplorable, mostraban en público. Se podía haber hecho más, sí;
pero ahora no, ahora parece que nadie quiere saber nada del asunto y
mucho nos tememos que también este año, los que vengan a compartir
las fiestas con nosotros, se llevarán una pésima impresión de
nuestra ciudad.
En
cuanto a lo que hemos escuchado en varias ocasiones, justo cuando
reclamamos la participación de la clase política de la Casa
Consistorial, es que no pueden, que exigir a los propietarios que
adecenten los edificios o los locales, que arreglen lo que esté
deteriorado, es algo que desde la Administración local no es
posible. De hecho, un buen ejemplo de deterioro manifiesto, de
peligro a todos los niveles, lo tenemos en la plaza Isidoro Miñón,
con un edificio completo desocupado y medio derruido al que, ¡y
menos mal!, de vez en cuando se le da una mano de pintura y la cosa
no queda mal del todo. Sus únicos moradores son los gatos, que deben
poblarlo por cientos y que subsisten gracias a los alimentos que
ellos mismos se buscan y no menos por los que les acercan vecinos de
la zona.
La
realidad es que lo que se abandona acaba cayéndose, aunque antes, y
durante el tiempo que así esté, no ayuda en nada al aspecto de la
ciudad. Dará lo mismo que recorramos la calle Mesones, o que lo
hagamos por 22 de Julio o la barriada Puerta de Madrid. Y como
estamos convencidos de que se puede y se debe cambiar el rumbo que
siguen estos espacios en nuestra ciudad, obtener el sí a mejorar su
aspecto exterior por parte de los propietarios no debería ser una
política inviable. En el caso de la calle San Francisco es evidente
que la dejadez de las partes ha sido determinante para su actual
aspecto. Comenzar los trabajos que permitan al menos reconducir la
situación es lo menos que esperamos de todos los implicados.
Estaremos atentos.