viernes, 20 de noviembre de 2015

YA ESTÁ BIEN DE TANTO ABUSO

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En lo que va de año, nada menos, atención, que 83.978 conductores han dado positivo en los diferentes controles de alcohol y drogas que los agentes de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil han realizado en vías interurbanas, cifras a las que habría que sumar la de los controles responsabilidad de las policías locales y autonómicas en su ámbito de actuación, que no crean que difieren en mucho de las controladas en las carreteras. Es evidente que el tema se nos ha ido de las manos, que los usuarios en general hacen oídos sordos a los consejos de la Dirección General y que el aumento de los transgresores es manifiesto. Debía preocuparnos, no obstante, el hecho de que la realidad sea tan peligrosa, puesto que alguno de estos usuarios, en su ir y venir, quizá nos los encontremos nosotros y, mientras circulemos próximos, estaremos en peligro real de accidente. Sepan también que estos inconsecuentes han sido determinantes en el número de accidentes con víctimas mortales a lo largo de este año, ya que entre un cincuenta y un sesenta por ciento han sido causantes directos de ellos. Consecuentemente, que todas las campañas y controles aleatorios que se realicen en busca de quienes no entienden las reglas del juego, pocos nos parecerán. Los números hablan por sí solos.

Miren, la conducción no es nada exigente en general; en particular, a lo más que puede llegar es a pedirnos la aplicación constante del sentido común, de reaccionar de acuerdo con la dinámica de la circulación, estar pendientes de las alteraciones propias del tráfico infernal en el que a veces nos desenvolvemos. De hecho, no necesitaríamos de tantos controles y seguimiento al que estamos sometidos, que por supuesto que intervienen en el viaje y el desplazamiento, si no fuéramos tan inconsecuentes a veces. Es más, quienes cuidan el detalle de aceptar las normas en general y especialmente aquellas que estén relacionadas directamente con la posibilidad de un accidente, en ninguna circunstancia deberán darse por aludidos. Todo lo contrario ocurre cuando nos encontramos con el que no está de acuerdo con nada de lo establecido, con quien critica por criticar y con el que, por defecto, rechaza cualquier limitación a lo que entienden que es su libertad. Y nos parecería bien si no fuera porque los límites o márgenes de nuestra libertad de expresión y de movimientos está relacionada directamente con el resto del mundo. Que aunque les gustaría de disponer para ellos solitos de una carretera de alta velocidad en la que poder desarrollar sus posibilidades como conductores de élite y las de su vehículo, eso no es posible; que deben adaptarse a la legalidad en todo momento y, por encima de cualquier otra premisa, ser solidarios con el resto de conductores, que estamos convencidos también a éstos les gustaría excederse de vez en cuando.

Finalmente, como somos defensores a capa y espada de que la mejor actitud en ciudad o carretera, es decir, cuando conducimos, es la de estar pendientes de lo que hace el resto de conductores, lo que podíamos denominar como conducción a la defensiva, les invitamos sinceramente a que lo hagan, a que se unan a la mayoría silenciosa que practica esta manera tan especial de controlar el tráfico que tienen a su alrededor. Y todo porque como generalmente no atendemos a la llamada que se nos hace desde apartados tan importantes como la distancia de seguridad, el uso de las intermitencias, las paradas sin aviso previo que algunos hacen y la velocidad excesiva en las ciudades, cuanto antes nos apliquemos lo de conducir observando las decisiones que toman los que van detrás o delante de nosotros, mejor nos irá. Recuerden: todo por salir airosos del caos circulatorio en el que generalmente nos desenvolvemos.