martes, 17 de noviembre de 2015

SE MANTIENE LA ALERTA MÁXIMA

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Lo de las elecciones generales sigue adelante entre trompicones. Y los tenemos de todos los tamaños, estilos y colores. A los habituales entre partidos, con los enfrentamientos propios que irán en aumento en forma y en tamaño conforme se vaya acercando la fecha del 20 de diciembre, debemos unir el asunto de Cataluña y no menos el giro que está tomando la guerra que protagoniza Europa y el Estado Islámico del que les hablábamos ayer en este mismo espacio. Por el momento, hay que decirlo en honor a la verdad, ninguno de ellos se ha aprovechado del mal momento que pasa el mundo por este maldito enfrentamiento, exceptuando a Podemos, que anda siempre contracorriente, no sabemos si por originalidad, convicción o porque aplica aquello de que a río revuelto, ganancia de pescadores. Pero así es, se mantiene la unión entre ellos y por el momento al menos coinciden en sus declaraciones, planteamientos de sus respectivos partidos y en las decisiones que toman.

No obstante, como una situación tan compleja y complicada como esta exige una coordinación extrema para evitar, entre otros detalles, lo de ahondar aún más en la herida ya de por sí terrible, comprobamos que el mundo entero parece decidido a tomar posiciones ante un momento de tanta trascendencia como el que protagonizan los islamitas radicales causantes, entre otros, de los atentados ocurridos en París en enero de este año y el del fin de semana pasado. Sin embargo, por el momento, los que más se juegan en este envite somos Inglaterra, Francia y nosotros, por ser poseedores de los mayores tesoros musulmanes fuera de sus tierras. Y aquí reside el núcleo de un asunto de trascendencia vital, y más si conocemos lo que está ocurriendo en nuestro suelo y lo que espera el Gobierno que pueda ocurrir, como sería el caso de un atentado terrorista de las mismas o parecidas dimensiones del de París el pasado sábado.
Lo que sí conocemos es la capacidad asesina de los integrantes de esta formación radical. Y también su poderío en número de personas que lo conforman, su capacidad armamentística y el ansia incontrolada que muestran por hacer daño, por acabar con los infieles, como ellos mismos proclaman. Este grupo estableció un califato, que es una forma de Estado dirigido por un líder político y religioso de acuerdo con la ley islámica o sharia, que controla un territorio entre los Estados de Siria e Irak y que pretende recibir el apoyo total del mundo musulmán. Aunque sólo tiene presencia en estos dos países, sus líderes prometieron romper las fronteras del Líbano y Jordania con el fin de liberar a Palestina. Estados Unidos cree que el Estado Islámico tiene alrededor de 15.000 milicianos activos. Sin embargo, otras apreciaciones aumentan este número entre los treinta y cincuenta mil combatientes, de los que una buena parte está por convicción y otra por los que ingresaron por coerción de los líderes de sus respectivos grupos. Por otra parte, un considerable número de combatientes no son ni iraquíes ni sirios, y entre los cuales no faltan los europeos. Una agencia especializada en investigación y seguridad en Medio Oriente estima que al menos 12.000 extranjeros integran las filas del ejército de EI, incluyendo unos 2.500 provenientes de los países de Occidente que han viajado a Siria e Irak en los últimos tres años.