Naturalmente,
la puesta en escena protagonizada por los líderes de Podemos,
Ciudadanos y PSOE, además de la vicepresidenta del Gobierno, que
todavía nadie ha explicado convenientemente a la ciudadanía su
presencia ya que ella no se presenta a las elecciones para la
presidencia del país, acaparó la atención de millones de personas.
No siempre tenemos oportunidad de un encuentro tan interesante y
desde luego que con la novedad añadida de la eliminación de los
encorsetamientos habituales a los que asistimos en el momento en el
que se habla de conocer las diferencias entre partidos políticos.
Por lo tanto, era de esperar la expectación y el desarrollo del
programa como tal, que ha servido para que en la calle entendamos
algunas de las posiciones que los representantes de los diferentes
partidos políticos tienen con respecto a nuestro futuro, aunque casi
todos coinciden, una vez más, en reducir o bajar los impuestos,
aumentar las inversiones, mejorar el acceso al trabajo, crear
millones de empleos, etc., etc., es decir, lo de siempre, porque en
realidad del núcleo importante de sus diferentes discursos no hemos
escuchado nada nuevo, nada que podamos calificarlo como de
revolucionario o incluso impactante. No queremos decir que entre sus
propuestas no encontremos soluciones que activen políticas sociales
que permitan la mejora de la situación de millones de personas,
porque millones son las que lo están pasando realmente mal, pero que
esperábamos más contundencia en sus discursos, más compromiso y
más convicción cuando de aplicar políticas activas con marcado
sello social se trata.
Una
situación tan crítica como la que viven tantas miles de personas, a
las que les falta de todo, incluido los alimentos básicos, lo que ha
sobrado, por exceso y por falso, es el triunfalismo de algunos de los
líderes cuando de valorar la situación se trató, ya que dejaron
abandonados a quienes llevan años en la exclusa del empleo esperando
un trabajo que les permita siquiera sobrevivir. Lo dijimos hace unos
días y no nos importa repetirlo: ¿cómo es posible que quien ha
sido responsable directo de la ruina que España tiene encima se
permita seguir mintiendo en nombre de no sabemos qué bendición
divina? ¿Cómo les permitimos que aún no hayan llegado a un acuerdo
entre partidos que permita poner orden en tanto caos? Y finalmente,
¿seremos capaces de votarles con tan escaso esfuerzo, con una hoja
de resultados tan escueta? Todo indica que sí, que volveremos a
tropezar con la misma piedra, como la canción del señor Iglesias,
quizá por aquello del miedo a lo desconocido o por confirmar al
viejo refrán castellano que nos dice que es mejor lo malo conocido
que lo bueno por conocer.
Casi
a una semana vista de la cita electoral, aún nos queda lo peor,
porque las mentiras se incrementarán, los anuncios de buenas nuevas
se multiplicarán a la misma velocidad que serán despedidos miles de
trabajadores. Es un hecho contrastado y una realidad sangrante y todo
lo demás brindis sin razones. Por todo lo cual, nunca como en estas
elecciones es tan importante tener memoria.