jueves, 10 de diciembre de 2015

SOLO CUANDO INTERESA

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El procesionamiento, el pasado martes, de la imagen de la Inmaculada por las calles de la ciudad, que desde siempre ha sido un acontecimiento social de gran importancia, se ha visto este año empañado por ausencias significativas, lo que ha supuesto un agravio que la hermandad no ha visto con buenos ojos y que debe haber colocado en el casillero del “debe” de los protagonistas ausentes. El hecho de que los representantes de los Cuerpos de Seguridad del Estado, como es el caso de la Guardia Civil y la Policía Nacional, no acudieran al acto, que le añaden un tono solemne al que la ciudadanía está muy acostumbrada, por supuesto que pocos entendieron, y menos si no tuvieron en cuenta justificar la ausencia antes del inicio de la procesión. Entre nosotros, los encuentros cristianos tienen una historia muy particular y está ampliamente compartida por colectivos ciudadanos y personas anónimas que acuden a la llamada que desde la organización se les hace y que tiene un objetivo concreto, esto es: que la imagen y quienes la acompañan formando parte de la comitiva a lo largo de su recorrido, no se encuentren solos en ningún momento. Y este año desgraciadamente ha sido así, es decir, que la falta de público en las calles y dentro de la procesión ha brillado, sí, pero por su ausencia.

Y como estamos convencidos de que entre nosotros esa situación no se lleva, no se estila, la crítica ha surgido basada en un hecho que para muchas personas ha resultado ser muy desagradable. Y más sabiendo que otros años ha sido todo lo contrario, pasando de una representación social y política de envergadura a unos mínimos inmerecidos en esta ocasión por la categoría, la historia y la importancia de la Inmaculada y su hermandad. Entendemos que lo que ha quedado claro es que los que se han excluido del acto han entendido que, como ya no les es rentable para sus postulados sociales y no menos políticos, a qué acudir a la llamada. Sin embargo, han perdido una gran oportunidad de hacerse ver por cuanto, entre nosotros, momentos de tanta trascendencia no suelen olvidarse en años. Deseamos que no sea así, que se entienda que la justificación particular y de grupo puede aún salvar la cara de unos y de otros, pero que todos sepan que es obligatoria si de verdad lo que se quiere es no perder lo obtenido a lo largo de los años.


La experiencia nos dice que la ponderación es la mejor arma en contra de la crítica, y que debe ser ésta la que presida las conclusiones a las que se pudiera llegar, pero también es verdad que es inevitable que surjan los enfrentamientos por lo que previamente no ha sido justificado y que, de todas-todas, ha resultado ser un asunto que ha calado en los sentimientos de muchos ciudadanos.