viernes, 11 de diciembre de 2015

LAS CIFRAS DEL PUENTE

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Nada menos que veintitrés personas han muerto en los veintiún accidentes de tráfico contabilizados en nuestras carreteras. Así, entre el día 4, viernes, que fue el inicio del control de Tráfico por el puente de la Constitución y la Inmaculada, y las doce de la noche del día 8, este ha sido el resultado obtenido, confirmando la tendencia al alza que viene registrando esta estadística a lo largo de casi todo el año. De hecho, siete han sido las víctimas de más si las comparamos con los mismos días del año pasado, que tuvo un día festivo menos. De acuerdo con los datos de la Dirección General de Tráfico, otras ocho personas resultaron heridas en los siniestros a lo largo del puente, por lo que se contabilizan un total de veintinueve personas fallecidas a lo largo de los ocho primeros días de este mes de diciembre. Por cierto, cuatro de los muertos a lo largo del puente eran motoristas.

En cuanto a la jornada en la que los accidentes mortales contabilizados fue mayor, el domingo acabó con ocho muertos y dos heridos en los ocho accidentes registrados. Los datos del sábado tampoco fueron mejores, ya que se registraron cinco accidentes, con cinco muertos y tres heridos; el lunes, cuatro accidentes, con cinco muertos y un herido; el martes, tres siniestros, con tres muertos y un herido, y el viernes, justo cuando comenzó la operación salida, se produjo un accidente en el que perecieron dos personas y un herido. Los quince accidentes contabilizados sabemos que se produjeron en vía convencional y seis en autopista o autovía. De los veintiún accidentes, nueve fueron por salidas de vía, cinco colisiones, seis atropellos y la caída de un ciclista. En el acumulado anual, hasta el 8 de diciembre, los números son dramáticos, con mil sesenta y seis fallecidos.

Así las cosas, parece que la mejor respuesta para quienes tienen por costumbre menospreciar al resto de conductores y no menos a los controles de alcoholemia, velocidad, cinturón, teléfono y demás prohibiciones incluidas en las Normas de circulación en vigor, no debería de ser otra que son ellos precisamente los que ayudan de forma directa a que el aumento de la accidentalidad sea un hecho contrastable cuando buscamos referencias en los ejercicios pasados. Que casi treinta personas hayan fallecido a lo largo de estos días de descanso no se puede justificar de ninguna de las maneras, y los que tienen por costumbre buscar justificación a tanto dolor, que sepan que jamás entenderemos sus argumentos ni justificaremos su actitud. Y más si sabemos que solo se trata de aceptar las prohibiciones, porque cuando desmenuzamos uno a uno los accidentes registrados comprobamos que, como decimos siempre, la mayoría se pudieron evitar.

Naturalmente que le podríamos buscar argumentaciones variadas para suavizar tanta desgracia acumulada en solo cinco días, pero ni debemos ni queremos. La realidad nos supera, ciertamente, pero ahora hay que afrontar las consecuencias de tanto exceso, porque no se nos debe olvidar que detrás de la noticia, detrás de los veintinueve fallecidos, han quedado cientos de familias sin miembros directos. El dolor se supera, cierto, porque la vida sigue, pero cuando se conocen las circunstancias de la muerte, cuando se conocen los detalles que lo rodearon, la extrañeza es la sensación más compartida, porque nadie entiende cómo pudieron tomar decisiones tan peligrosas. Nadie.