Con
las elecciones en el horizonte y el sorteo de la lotería del día
22, asegurar que casi tenemos la suerte echada no parece exagerado;
si acaso, la percepción de un soñador con ganas de que le dejen
tranquilo. Un poco cansados como estamos de tanta política y de
políticos interesados en vendernos su mercancía, solicitar con todo
respeto que se nos tenga en cuenta también cuando se trate de
beneficiarnos directamente a nosotros en detrimento de ellos, la
verdad es que tampoco pedimos tanto. Acercándose imparablemente la
fecha mágica del 20 de diciembre y viendo cómo está el patio, no
debería extrañarnos, es verdad, tanto trasiego de políticos de un
lado para otro en busca de poner el huevo en donde les dejen, pero no
es así. Y es que no acabamos de percibir con la nitidez necesaria
los mensajes lanzados desde todas las plataformas conocidas, una vez
desveladas las artimañas con apariencia de espontaneidad con las que
quieren engatusarnos y llevarse el gato al agua, es decir, el voto a
su casillero.
Nosotros,
que debemos andar aún con las formas y maneras de hacer política de
hace años, no acabamos de interpretar con realismo qué pretenden
unos y otros, ya que mientras no faltan los que afirman sin
ruborizarse que los problemas del país y de sus habitantes lo
solucionarán ellos en unos meses, otros anuncian a bombo y platillo
que lo suyo es mantener las cosas como están, dando por hecho que el
camino andado ha sido difícil, complejo y peligroso, y que es mejor
no meneallo, no sea que vuelvan los demonios y acaben echando por
tierra tanto esfuerzo como éxito. Y es lo que decimos nosotros: si
un político no se echa flores a sí mismo y a su partido, ¿quién
lo hará? Desde luego que sus contrincantes no, que para eso sus
objetivos son diametralmente distintos… o no, porque entre los
opositores no faltan los que tienen tal parecido que obtiene
directamente la categoría de mellizo o gemelo. Y es que con solo
poner un poco de atención a sus mensajes comprobaremos que tampoco
son tan radicalmente diferentes, que en el fondo quieren lo mismo
para nosotros, que no sabemos si primero será para ellos y luego
para el resto, que todo hay que tenerlo en cuenta y valorarlo.
De lo
que sí debemos sentirnos satisfechos es por el amor y la pasión que
ponen cuando se dirigen a nosotros, o al menos es lo que parece. Es
evidente que el voto, que es nuestro y de nadie más, ha alcanzado
cotas de valor desconocidas hasta ahora en el mercado y que su
consecución obliga a los candidatos a recorrer miles de kilómetros
en un par de semanas, todo lo contrario de lo que harán una vez
aposentados en sus poltronas, que será cuando se dediquen a
descansar y a no escuchar las exigencias de la ciudadanía. Por eso
nos gusta compartir con ustedes lo que para nosotros es de una
elementalidad casi demagógica: tampoco es tanta la dedicación que
realizan si tenemos en cuenta que, una vez finalizada la campaña,
tienen casi cuatro años para recuperarse de tanto esfuerzo, con buen
sueldo, prebendas de todo tipo y posibilidades de enriquecerse si
están dispuestos a poner la mano al primero que llegue, y les
podemos asegurar que estos corruptos duermen a las puertas de los
despachos de nuestros representantes políticos. Por lo que de este
detalle no creemos que nos falten ejemplos.