viernes, 18 de diciembre de 2015

EXCESOS AL VOLANTE

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Otra vez fin de semana y otra vez con el mismo argumento que compartir con quienes, como ustedes, tienen la amabilidad de leernos o de escucharnos. Efectivamente, reducir la accidentalidad sigue siendo nuestro objetivo y sobre él incidiremos también hoy, y todo porque seguimos recorriendo las fiestas que más trasiego de vehículos genera a lo largo del año, es decir, que si el pasado puente de la Inmaculada y la Constitución ha facturado nada menos que veintinueve fallecidos, y conociendo que aún queda la nochebuena, fin de año y reyes, deducir que el peligro se mantiene y que, de acuerdo con la evolución de la estadística en lo que va de año, lo que se ve venir no son precisamente buenas noticias, qué quieren que les digamos… Pues que debemos ir más lejos en nuestra percepción de la circulación en la que estamos inmersos en el viaje, que nunca como en estos días debemos poner en práctica los descansos y activar el resto de obligaciones que parece abandonamos en cuanto ponemos en marcha el motor de nuestro coche.

Por otro lado, que en situaciones tan peligrosas como las de estos días nos entreguemos especialmente a estrategias diferentes de las habituales, en cuanto a participar activamente del tráfico, tampoco creemos que exija de nosotros, los conductores, un mayor esfuerzo; si acaso, todo lo contrario, porque lo que pedimos es un relajamiento de nuestras costumbres velocísticas, de distancias sin detenciones realmente absurdas, sometiendo a nuestros acompañantes a una cansancio extra… En cuanto a la valoración de conocimientos sobre cómo conducimos, que solemos hacernos a nosotros mismos sobre todo cuando estamos en compañía, es evidente que desproporcionamos el mensaje y que luego, en la práctica, tampoco es para tanto. El lujo habitual entre conductores sobre cuánto suelen invertir en recorrer las distancias entre ciudades, que normalmente es realmente exageradísimo, además de ser una de las mentiras habituales al uso, solo sirve para menospreciar al compañero.


Actualmente, con los vehículos tan bien preparados como los que disfrutamos, con las carreteras en general en muy mal estado, con la cantidad preocupante de controles de velocidad fijos y móviles con los que nos encontramos al paso, con la cantidad de automóviles que circulan al mismo tiempo que nosotros y el precio de los combustibles, los valores del buen conductor han cambiado radicalmente. Ahora no se tiene tanto en cuenta la velocidad que obtengamos como conseguir unos consumos ajustados, sacarle más rendimiento a los neumáticos, alargar su vida útil sin necesidad de invertir en averías costosas y que, en la cuenta final del año, presentemos datos positivos y claramente mejores que los del resto. Sin ir más lejos, el tema de las denuncias por exceso de velocidad, en donde nos encontramos siempre a los mismos, es decir, a quienes han aprendido a presionar el acelerador y poco más. Luego, cuando son sorprendidos, y lo son en muchas ocasiones, solo se les ocurre afirmar que los agentes de Tráfico están exclusivamente para recaudar. Efectivamente, una forma más de hacer el ridículo.