Los
días en los que las compras navideñas nos atraen hacia escaparates
y comercios que sabemos están equipados como a nosotros nos gusta,
nos convierte sin que lo percibamos en compradores compulsivos. De
hecho, si no fuera porque la escasez de dinero sigue siendo
protagonista de nuestros desvaríos, la cosa alcanzaría cotas de
locura, es decir, que las compras se convertirían en casi una
enfermedad. De ahí que entendamos y apoyemos la idea de la
Concejalía de Consumo, que ha puesto en marcha una campaña a favor
de una compra responsable que evite los excesos y que, ya puestos,
realicemos aquí, en nuestro comercio, y no creemos que hagan falta
razones para apoyar esta iniciativa. Las compras, ya sean navideñas
o en cualquier época del año, exigen de nosotros mesura, control y
necesidad, porque no será la primera ni la última vez que, una vez
en casa, cuando comprobamos los artículos adquiridos, vemos que
alguno no lo necesitamos o al menos que podíamos haberlo evitado.
Pero en general somos así y es algo que comprobamos especialmente en
las rebajas, que es cuando de verdad las compras compulsivas imponen
su ley y caemos en errores de bulto adquiriendo artículos que
finalmente acabamos regalando en onomásticas o cumpleaños del amigo
o el familiar que tenemos cerca.
De
acuerdo con los estudios de mercado que realizan organizaciones
dedicadas a este menester sabemos que, en días tan especiales, la
mayoría de las compras se concentran en la adquisición de alimentos
un poco más especiales de los que habitualmente llevamos a nuestra
casa, como es el caso de mariscos y carnes de primera, postres, etc.,
que se agolpan en las mesas navideñas a la espera de que los
consumamos como detalles especiales que no volverán hasta la próxima
celebración. Luego, como ocurre en todas familias, lo que nos ha
sobrado nos sirve como excusa para citar de nuevo a los amigos o al
vecino a compartirlos porque de otra forma es imposible acabar con
ellos. Algo parecido a lo que nos pasa con las viandas que
incorporamos a la carreta de romería, que, luego de varios fines de
semana de reuniones con los compañeros, damos buena cuenta de los
excesos. Pero que nadie se preocupe, que lo de “más vale que os
sobre que no que os falte”, sigue vigente y ustedes y nosotros no
vamos a ser menos que los demás.
En
cuanto al detalle de que sea en Andújar en donde realicemos nuestras
compras, tampoco creemos que necesitemos argumentaciones especiales
porque de sobra conocemos las necesidades de nuestro comercio con
respecto a su particular crisis. Aprovechar días tan especiales como
concretos para invertir en la compra de lo que necesitemos no solo
supone un alivio para su futuro, sino que ayudamos directamente a su
proyección exterior y al mantenimiento de puestos de trabajo. Por el
momento, nuestra ciudad vive con especial intensidad los días
previos a la fiesta mayor, lo que nos hace pensar que hemos recogido
el mensaje, tanto el que nos invita a consumir responsablemente como
el que nos recuerda que nuestro comercio es quien merece nuestra
atención y el que está con nosotros todo el año. Andújar se
necesita a sí misma para mantener su estructura comercial al menos
como está en estos momentos y fiestas de tanta importancia comercial
son determinantes para su futuro… y el nuestro.