miércoles, 2 de diciembre de 2015

RECOGER EL ORO LÍQUIDO

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La campaña de la recogida de aceituna, a la que aún le falta el empujón final para que todos los tajos se pongan en marcha, está sirviendo, como siempre, para aliviar los malos momentos de miles de personas, que encuentran en esta tarea una salida laboral momentánea que le servirá para mantener el tipo hasta que las diferentes campañas que se suceden cronológicamente, les vuelvan a contratar, ya sea en las fiestas navideñas o en semana santa, ferias y saraos, romerías, recogida de frutas, hostelería, vendimia, etc., es decir, que, como todo el mundo sabe, la necesidad agudiza el ingenio y pocos son los que dejan pasar la ocasión de trabajar por muy lejos que esté la tarea a desarrollar. La recogida de la aceituna, que nunca como en los últimos años es tan esperada entre los desempleados por lo que representa con respecto a sus mermadas posibilidades económicas, estamos convencidos de que también este año servirá para que miles de personas en paro encuentren un contrato temporal con el que mantenerse unas semanas trabajando y obtener así dinero con el que, no tanto disfrutar de estos días como guardarlo hasta que de nuevo les salga trabajo.

Serán millones de jornales los que abonarán los propietarios de los olivares de nuestra provincia, aunque tampoco faltarán, como todos los años, los que luego hagan lo indecible para evitar esta ineludible obligación, permitiendo a los beneficiados mejorar sus posibilidades personales y familiares a todos los niveles. Nunca como en los tiempos que corren, los jornaleros han guardado silencio sobre las condiciones de trabajo o las exigencias propias de una entrega siempre excesiva y de difícil realización; la necesidad supera cualquier barrera y más aquellas que permitirán posteriormente vivir con algo de holgura los meses venideros, al menos, como hemos dicho, hasta la llegada de otra oportunidad laboral.

En una provincia como la nuestra, con la práctica totalidad de nuestras tierras dedicadas al monocultivo del olivar, la llegada de tiempos como estos representan un oasis en una situación de desamparo que cada vez cuesta más soportar, especialmente por parte de quienes llevan años en las listas del paro y especialmente su edad contribuye negativamente a que alguien les ofrezca un puesto de trabajo. Por eso la recogida de la aceituna, que este ejercicio presenta un tamaño por debajo de la media, aunque no en todas las zonas de la provincia y dependiendo de si el olivar es de secano o de regadío, pero que su calidad se ha confirmado como de las mejores de los últimos años, tiene tanto valor entre nosotros, porque supone la llegada de millones de jornales a manos de quienes llevan meses en absoluta sequía laboral.

Naturalmente que nuestro zumo de oliva tiene muchas más posibilidades comerciales. Sólo hay que hacer cuentas sobre lo que ha supuesto la comercialización directa del aceite por el propio productor o cooperativa, que ha encontrado una salida digna para su fabricado en mercados desconocidos hace unos años y que está erradicando la tradicional costumbre de vender a granel. De ello se han aprovechado, y lo siguen haciendo, aunque menos, mercados como el italiano y el griego, que obtienen producciones bajísimas y lo que han hecho desde siempre ha sido adquirir el nuestro en grandes cisternas, embotellarlo bajo su denominación de origen y nombre, y ponerlo en el mercado a precios de delicatessen. Ahora nos toca a nosotros, que para eso fabricamos un producto de primer orden y cualidades organolépticas, además de infinitas bondades para nuestra salud.