La
seguridad de los motoristas constituye una de las asignaturas
pendientes de la DGT para este 2016. El balance de siniestralidad de
2015 ha revelado que a lo largo del año pasado el número de
fallecidos superó las previsiones, alcanzando 247 personas, que
fueron las que se dejaron la vida en las carreteras, lo que supone
nada menos que sesenta más que el año 2014 o un treinta y dos por
ciento superior. Para entender aún más la preocupación de la
autoridad de Tráfico, sepan ustedes que esta cifra representa un
retroceso de cuatro años, puesto que desde 2011 no se conseguía un
número similar de fallecidos. De acuerdo con los diferentes informes
publicados por la Dirección General de Tráfico, 270 fueron los
muertos conduciendo motocicletas en 2011; 218 en 2012; 215 en 2013,
187 en 2014, y 247 en 2015. Estos datos, su evolución, muestran el
giro registrado el año pasado, que ha roto la tendencia a la baja
que se venía controlando desde 2011. De hecho, María Seguí, la
directora general de Tráfico, en un encuentro con periodistas a
primeros de diciembre, se mostraba preocupada por esta evolución
positiva y detalló los tres factores o causas que para ella
justificaban el imparable ascenso de los motoristas fallecidos. Son
estos: el aumento de la movilidad (debido sobre todo al buen tiempo
que habíamos disfrutado hasta ese momento), la edad media de este
tipo de vehículos y el incremento de los pilotos que no llevan
casco.
De
acuerdo con la opinión de los profesionales del sector y de las
asociaciones que trabajan por proporcionar, entre otras, mejores
carreteras y una señalización actualizada, las instituciones
deberían apostar también por una mayor concienciación entre los
motoristas, sobre todo, en las zonas rurales, donde habitualmente se
suelen dar la mayoría de estos casos. Además, acusan al Estado de
no estar haciendo los deberes. Por supuesto asumen su parte de
responsabilidad y entienden que el colectivo tiene que hacer
autocrítica, pero insisten en que el Gobierno no se ha preocupado
por mejorar el estado de las vías y colocar las señales verticales
en su debido lugar, dos deficiencias que acaban siendo fundamentales
para los motoristas. Por su parte, la Dirección General de Tráfico
ha recordado, abundando en su idea de un mayor uso de las
motocicletas por el buen tiempo que hemos tenido en meses de otoño e
incluso de invierno, que esta situación provocó que un mayor
número de pilotos se echaran a las carreteras, tanto para
desplazarse de su domicilio a su puesto de trabajo como para viajes
de ocio. La Asunción Mutua Motera, una de estas organizaciones,
apoya esta idea y afirma que las motos tienen básicamente dos usos:
el lúdico y el trabajo.
Con
todo, los colectivos de motoristas llevan meses denunciando el mal
estado de las calzadas y la falta de inversión. Concretamente, y en
esta línea, la Asociación Española de la Carretera dio a conocer
en 2014 un informe donde pudimos leer que la situación de las
carreteras era la peor desde 1985 y que se necesitaba, por entonces,
una inversión de 6.500 millones de euros para devolverlas a un
estado óptimo. A este detalle se añadía otro no menos preocupante,
como es el que más de un dieciocho por ciento de los motoristas
fallecidos el año pasado lo fueron luego de impactar contra las
biondas o guardarraíles. Las asociaciones son claras y contundentes
en sus reivindicaciones y piden la rehabilitación del firme de las
vías, muchas de ellas con grietas, baches y roturas en el pavimento
o con la pintura desdibujada, como todos conocemos más que de sobra
sencillamente porque las sufrimos.