jueves, 11 de febrero de 2016

LA CIUDAD QUE QUEREMOS


Una ciudad, y la nuestra lo es por densidad demográfica, historia y posibilidades reales de encabezar cualquier idea que necesite del apoyo generalizado de sus moradores, no es otra cosa que el lugar en el que residimos, en donde está nuestra familia y amigos, los rincones que nos gustan visitar y compartir, en donde siempre encontramos el calor que necesitamos como seres humanos y en donde mejor nos podemos expresar cuando de ser nosotros mismos se trata. También es el punto de encuentro al que todos volvemos. Dará igual donde estemos, donde tengamos el trabajo o el ocio, porque la referencia anímica, la que nos atrae sin remisión, es nuestro pueblo. Y de todo esto Andújar tiene para dar y tomar, que para eso ha amasado a lo largo de los siglos sus tradiciones más arraigadas. Y más aún, porque su capacidad de entrega y de compartir lo que es suyo ha traspasado fronteras, y un buen ejemplo de ello son nuestras traiciones, nuestro paisaje, nuestros fogones y nuestro incomparable parque natural.

Lo que ocurre es que, además de todo esto, es fundamental que le añadamos lo que nosotros entendemos como imprescindible para mantener lo hasta ahora construido, es decir, que si entre todos nos ponemos de acuerdo en continuar el legado de nuestros antepasados, si de verdad compartimos mayoritariamente lo ejecutado y pretendemos consolidarlo, o nos dedicamos a ello en cuerpo y alma o no llegaremos muy lejos. El trabajo desarrollado por los diferentes gobiernos municipales, especialmente los últimos, los vividos en democracia, que para eso han contado con las asociaciones vecinales a la hora de replantear la ciudad, demandan de todos y todas respeto y decisión para al menos no echarlos abajo. Sepan que, cuando una ciudad se quiere a sí misma, cuando está convencida de que su aspecto es básico para la buena imagen de su conjunto, la aportación de sus vecinos y vecinas acaba siendo determinante. De ahí que su participación en la totalidad de las decisiones que tomen en nuestro nombre sus representantes políticos deba ser total, participando y disponiendo las estrategias que sean necesarias para conseguir la implicación de quienes suelen andar reacios a participar en su propio bienestar.

Cuando no se es capaz de la unanimidad, si de lo que se trata es que el trabajo lo hagan siempre los otros y nosotros nos quedemos a verlas venir, de aprovechar las sinergias positivas que devienen de la entrega de los de siempre, difícil será alcanzar los logros propuestos. De nada o poco servirán las campañas de las defecaciones de los animales en general en nuestras calles, del horario obligatorio en el que depositar las basuras en los contenedores o a su alrededor, del excesivo ruido que generamos sin causa justificada o de cómo tratamos lo que es de todos, concretamente el mobiliario y equipamiento urbanos.

La ciudad no es solo un bien común que debemos y podemos mantener entre todos, sino el objetivo prioritario de las gentes de bien. Exigir a cambio de no dar es lo habitual. Sin embargo, lo que Andújar necesita es una ciudadanía implicada en su mejora y cuidado. Solo a partir de ahí podremos exigir la misma coherencia a quienes están obligados a atender nuestras justificadas demandas.