miércoles, 3 de febrero de 2016

LOS COBARDES AUMENTAN IMPARABLES

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En el tema concreto de la violencia machista es evidente que hemos comenzado el año muy mal. De hecho, enero ha resultado ser un mes nefasto, terrible; nada menos que ocho mujeres, y una menor de solo diecisiete meses, han sido asesinadas, como siempre, a manos de sus maridos o compañeros. Detrás de estos hechos, historias familiares de gran calado, con menores huérfanos y, lo que es peor, traumatizados para toda la vida por lo que han vivido. Es más, si comparamos esta cifra con la estadística anterior, solo en enero de 2006 falleció una más, por lo que a lo largo de catorce años hemos estado por debajo de las ocho del pasado mes de enero. Naturalmente, en este detalle estamos en donde siempre, porque las habituales y tediosas declaraciones de unos y de otros vienen a reincidir en el manido mensaje conocido: hay que seguir trabajando por erradicar esta epidemia; necesitamos más inversión y trabajo más coordinado; las instituciones que gestionamos hacen todo lo posible para evitar más muertes... Lo extraño es que invariablemente sean las mismas personas las que emiten el mensaje, que decimos nosotros si no sería mejor que se buscaran dos o tres y que entre ellas roten con el fin de que relaten lo acontecido con otras palabras.

De hecho, si tenemos en cuenta que la Ley en vigor (Ley Integral contra la Violencia de Género) entró en vigor en el año 2004 y que desde entonces ha servido de bien poco porque uno de sus cometidos concretos, que no es otro que frenar los asesinatos sobre las mujeres, no ha sido conseguido. A lo largo de la particular historia de los últimos meses de enero vividos, la cifra de ocho mujeres asesinadas ha coincidido en los años 2003, 2011 y 2012, lo que viene a decirnos que, aunque se hayan introducido instrumentos para mejorar la atención a las víctimas, se mantienen los mismos defectos o inhibiciones administrativas conocidas. Si acaso destacar como éxito rotundo la implantación del teléfono de asistencia directa e inmediata a las mujeres; el 016, que ya saben que no deja huella en la factura que emite la compañía y que es gratuito y anónimo, el año pasado acumuló más de ochenta y dos mil llamadas. El número de mujeres que usó esta forma de comunicarse con quienes está demostrado han acumulado más experiencia en este tema, ya que funciona desde el año 2007, parece que se mantendrá en los mismos niveles porque el particular calvario de algunas mujeres sigue siendo el mismo.

Siempre nos quedará la duda sobre el desarrollo de los acontecimientos que finalmente acaban con la vida de la mujer, pero sería muy interesante, y quizá determinante para el mantenimiento de las actuales políticas con las que trabajan las Admiistraciones, llegar a conocer con rotundidad si la ley implantada y funcionando desde 2007 ha servido de algo. Es decir, ¿y si no existiera marco legal desde el que controlar estos asesinatos? Concretamente, ¿de qué le sirve a las mujeres agredidas, maltratadas y asesinadas el que exista una ley que supuestamente las defiende si las siguen matando? Nosotros creemos que, luego de diez años desde su aprobación en el Congreso de los Diputados, alguien, quizá el mismísimo Gobierno, debía haberse preocupado de cómo van las cosas, de cómo funciona en realidad un texto legal que todo indica que fue aprobado para la galería y que su efectividad es muy dudosa. Desde luego lo que no debemos permitir es que se escuden tras ella para justificar los acontecimientos mientras sigamos sin saber de su efectividad y de la necesidad o no de una actualización más realista.