miércoles, 9 de marzo de 2016

A TORTAZO LIMPIO, SÍ SEÑOR

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No sabemos si coincidiremos con ustedes en la valoración del momento por el que pasa el país y, consecuentemente, nosotros, los que lo animamos y soportamos económicamente. Como seguro conocen, el sentimiento más compartido es el que asegura que, si tenemos en cuenta que no tenemos Gobierno que nos controle ni dirija, a nadie que oficialmente tenga el poder absoluto, y si seguimos andando sin prácticamente problemas que resolver, por qué no nos mantenemos como estamos, que es la pregunta que viene inmediatamente después de reflexionar. Y todo porque, si sabemos lo que nos cuestan los representantes sitos en parlamentos y congresos, al frente de despachos, que suben y bajan de vehículos que pagamos nosotros, que se desplazan por todo el país y fuera de él a nuestro cargo, que cobran sí o sí todos los meses del año, con sus correspondientes pagas extraordinarias, la verdad es que nos salen por un ojo de la cara. No obstante, el momento, lo queramos o no, es crítico para la gobernanza del país, que necesita un gobierno que tome decisiones, que eche mano a los mandos y evite derivas peligrosas que pongan en peligro lo poco o mucho que se haya conseguido.

A todo esto, los que no pierden el tiempo son los catalanes, al menos los independentistas, que mantienen su hoja de ruta camino de la separación de España y que hacen caso omiso, quizá ante la inhibición de sus obligaciones y la manifiesta debilidad que protagoniza el Gobierno, de los requerimientos que les llegan procedentes de la capital del Estado. Y por si los problemas eran pocos, Arnaldo Otegui, que acaba de salir de prisión, no ha tardado mucho en lanzar su mensaje de una Euskalerría libre por la que el pueblo vasco debe luchar con todas sus fuerzas. Que eso y volver a implantar la banda armada que se ha llevado por delante a más de ochocientas personas, se parece muchísimo. O sea, volver a empezar con los miedos, las presiones, las pintadas, los raptos y las bombas. Por cierto, que como los movimientos gallegos que mantienen sus fines independentistas andan en esta línea, lo mejor es plantearse cuanto antes la reconciliación nacional a través de nuevos acuerdos entre las comunidades que se sientan agraviadas. Tampoco faltan políticos convencidos de que ser diferentes es un método infalible de ganar votos, y se dedican a llevar la contraria hasta el mismísimo sentido común, porque intentar justificar el papel de Otegui a lo largo de los años más difíciles de ETA, entendemos que es por sí mismo un descalabro político. Pero ahí está, insistiendo en que el proceso judicial que condenó al recién salido de prisión respondía a un encarcelamiento político y no por las causas en las que se basaron los jueces. De hecho, como aseguran los comentaristas políticos y no menos la familia socialista, el señor Iglesias se ha presentado ante los españoles desde los escaños del Congreso como un bravucón que menosprecia a todo lo que se menea, que falta al respeto a quienes no coinciden con sus ideas y que parece que está siempre con ganas de gresca. Alcanzó el cenit de su particular verborrea cuando, visiblemente enfadado, con voz firme y gritona, dijo que el expresidente González fue responsable de la cal viva, aludiendo directamente a los cadáveres que aparecieron asesinados bajo la responsabilidad del GAL. Se deduce que le debe ir bien con esta práctica y de ahí que mantenga firme sus convicciones de cómo hacer política.

Finalmente, como sabemos de la capacidad de consenso que en general tienen los políticos españoles, lo más lógico es que asistamos a firmas de convenios de gobierno entre quienes ni nos imaginamos. Habrá que esperar, sí, pero lo más probable es que valga la pena. Ya veremos.