Lejos quedaba, hace solo unos años, la
corrupción como elemento que inquietara a los ciudadanos. Sin
embargo, luego de los escándalos conocidos en la comunidad
valenciana y en Madrid, además de en Andalucía, parece que se ha
incorporado a la preocupación nacional y hoy, de acuerdo con los
datos que aporta el Centro de Investigaciones Científicas, se ha
convertido en el segundo mayor problema del país. La corrupción ha
dejado atrás los desahucios, las preferentes, la sanidad, la
educación, etc., y se ha aupado hasta el segundo puesto, por detrás
del desempleo, que se mantiene a la cabeza. De hecho, nada menos que
un 47,5 % de los españoles lo consideramos así. El que estemos sin
gobierno no parece preocuparnos, puesto que solo han mostrado algo de
inquietud un 1,4 % de los encuestados, que viene a ser muy parecido a
la inquietud por la independencia catalana. Los temas relacionados
con la economía los hemos situado en tercera posición, mientras que
los políticos los encontramos en cuarto lugar.
Curiosamente,
las personas entrevistadas que aseguran ser votantes del Partido
Popular resultan ser las que en menor medida confirman estar
preocupadas por la corrupción. Concretamente, algo más de un trece
por ciento lo califica de importante. Los encuestados consideran que
la situación política en España (la encuesta se cerró antes de
que Pedro Sánchez no consiguiera su envestidura) es mala en más de
un cuarenta por ciento, y muy mala casi un treinta y seis por ciento.
En el caso de los votantes de Ciudadanos, éstos son los que peor ven
el momento de la política española, con un sesenta y cuatro por
ciento que la consideran mala o muy mala. Los más pesimistas sobre
la evolución del momento político son los votantes de Democracia y
Libertad, que entienden, un treinta y cinco por ciento, que pasado un
año estaremos aún peor.
En
realidad, lo que deduce cualquier persona con necesidades imperiosas
de disfrutar de su actual nivel de vida y que lucha por mantener en
pie el futuro familiar que le permite desarrollar la empresa en la
que trabaja. La corrupción está siendo de tal magnitud, es tan
increíble lo que vemos a diario, que se veía venir la importancia
que le estaba dando la población a un fenómeno que parece estar
exclusivamente en manos de un partido y que, muy al contrario, lo
compartían todos, aunque está claro que con diferentes niveles de
implicación. Por el momento, a la espera de que los juzgados
convoquen a los protagonistas de tanto mangoneo y abuso, mantener la
presunción de inocencia nos parece lo justo y lo conveniente. Entre
otras razones, porque sabemos que superar una acusación de
corrupción luego de haber sido vapuleado, enjuiciado y sentenciado
por los medios de comunicación, es algo más que difícil y las
personas quedan marcadas de por vida injustamente.
De
lo que sí estamos convencidos es de que la pirámide aún no se ha
completado y que quedan por descubrir quizás los temas y las
personas más importantes. Los campos abiertos por la Justicia
mantienen al Partido Popular y al PSOE sentados en el banquillo de
los acusados. Los dos, aunque uno de ellos supera al otro con clara
diferencia, tendrán que dar explicaciones de lo que hayan ejecutado
mal. La cosa pinta mal porque ya no sirven los habituales mensajes a
los que nos han estado acostumbrando estos últimos meses; ahora lo
que la calle espera es que se devuelva el dinero sustraído, que los
culpables entren en prisión con las sentencias que merezcan y que se
dicten normas y leyes que eviten en lo posible la actual sangría que
han sufrido las cuentas del Estado en manos de semejantes personajes.