viernes, 11 de marzo de 2016

¿MANOS LIBRES TAMBIÉN PARA APARCAR?

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La Dirección General de Tráfico, activa como el organismo que representa, ha decidido intervenir en un asunto que trae cola desde que se conoció y que tiene mucho que ver con los aparcamientos que hacemos los usuarios con nuestros coches, sobre todo en las ciudades. Esta no es otra que la incorporación de una instrucción según la cual regula el uso de los sistemas de ayuda al estacionamiento que, como conocen, cada vez montan más vehículos formando parte inseparable del primer equipo del coche. En realidad, si no fuera porque en estos momentos valora si los modelos que disfrutan de esta tecnología podían evitar que sus conductores se examinaran de aparcar en el obligatorio examen práctico que deben realizar para conseguir el permiso de conducir, no tendría razón de ser que Tráfico incorporara a sus controles este sistema. Primero fue un globo sonda y por el momento parece que no le ha salido como esperaba, y todo indica que ha reculado a favor de mantener las cosas como están. Los primeros en reaccionar, lógicamente, los profesores de autoescuela, que han puesto todo tipo de alegaciones, unas más razonadas que otras, pero todas basadas en el hecho de que el sistema puede fallar en cualquier momento y el conductor se vea limitado en sus pretensiones de dejar el coche convenientemente aparcado. Que es un sofisticado sistema y un adelanto de excepcional comodidad y seguridad para muchos usuarios, nadie lo cuestiona, aunque de ahí a que se elimine de la prueba práctica el aparcamiento nos parece un poco precipitado. De hecho, visto así, las autoescuelas deberían dotarse de modelos con estas características y el alumno aprobado, por lo mismo, estaría obligado a adquirir un automóvil con estas mismas posibilidades.

Nosotros entendemos que Tráfico no debería intervenir en operaciones del tipo del aparcamiento y sí en otras que estamos convencidos facilitarían a los nuevos conductores un acceso más seguro al tráfico diario. Para ello es fundamental que se les dé el protagonismo que merecen los profesiones de autoescuela, cargados de experiencia como están y con ganas de extender su formación allí donde se entienda que debe plantearse el tráfico, si no como asignatura sí como parte fundamental de la preparación de los miles de menores que andan con el sueño de conducir su moto en cuanto tengan oportunidad para ello. Por lo tanto, llevar el tráfico o la circulación a las aulas y compartirla con quienes serán futuros usuarios debía ser un reto que la Dirección General de Tráfico debía promover cuanto antes, evitando que solo se convoque una semana o un mes a lo largo del año y formando parte de las habituales campañas que organiza.


Conseguir la implicación de los centros escolares y los ayuntamientos a favor de unos jóvenes más concienciados y conocedores de lo que en realidad es la circulación viaria en las ciudades, seguro que evitaría parte de los accidentes y sus funestas consecuencias. Por el momento, el aumento de la accidentalidad entre los usuarios de las motos es un hecho contrastado; la necesidad de una mejor aproximación a la motocicleta por parte de quienes en poco tiempo serán usuarios nos parece, al contrario que el asunto del aparcamiento, una justificada obligación.