miércoles, 16 de marzo de 2016

DE BASURA Y PERROS

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Las campañas sobre el horario oficial para depositar la basura en los contenedores y la que denuncia la masiva defecación de los perros en plena calle cuando no es recogida por sus propietarios, parece que está dando sus frutos. Las primeras denuncias se están produciendo y la respuesta masiva de quienes han venido haciendo caso omiso de esta obligación ciudadana es manifiesta y esperanzadora. La razón de las campañas está basada en la necesidad de recapacitar sobre qué comportamiento aplicamos a las obligaciones que tenemos contraídas con nuestra ciudad por el mero hecho de vivir aquí. No se entiende que cada uno de nosotros utilice el horario que mejor le venga para acercarse al contenedor más próximo y dejar la bolsa. Y lo mismo ocurre con el tema perritos y sus cacas, sobre las que parece que sus dueños no tienen responsabilidad alguna y ni se preocupan de retirarlas. Sin embargo, en ambos casos se trata de tema sanitario, ya que las dos acciones conllevan una inevitable carga de peligro. En la basura, porque se trata de restos de alimentos que muchos de ellos habrán perdido la cadena del frío o la fecha de caducidad y pasan directamente a ser causantes de posibles enfermedades. Si se trata de los perros, estamos en las mismas, porque en caso de un animal enfermo, que seguro no faltan entre los censados en nuestra ciudad, es precisamente en sus excrementos donde queda constancia de la posible enfermedad que porte. Sin embargo, tampoco es necesario que pueda transmitir algún mal, porque la mayoría de las veces lo que más molesta es cuando la pisamos y la transportamos allá donde nos dirijamos, con el malestar que representa marchar acompañado de tan mal olor y con los zapatos manchados. Peor aún es cuando se trata de menores, de escolares, que entran y salen del centro educativo con los zapatos pringados de la caca del perro en cuestión repartiendo todo tipo de elementos nocivos. ¿Y todo por qué?: sencillamente porque a sus dueños no les da la real de la gana retirarla de la calle y depositarla en la primera papelera o contenedor que tengan a mano.

Volviendo a la basura, uno de los hechos que más destaca de entre el mal uso que solemos hacer de los contenedores, lo observamos cuando próximo a alguno de ellos comprobamos la existencia de un comercio capaz de generar mucha basura, que, ante el hecho de que les estorba en el interior de sus locales, deciden que lo mejor es llevarla al depósito que tienen cerca. Pues dicho y hecho. Resultado de esta decisión, que desde primeras horas de la mañana comprobamos cómo el receptor de basura se encuentra repleto por dentro y fuera. Y como queda así a lo largo de todo el día, la imagen que ofrecemos de ciudad sucia y despreocupada por su aspecto es una realidad que molesta y entorpece las justas necesidades de mejorarla en todos los órdenes. Una ciudad como la nuestra, receptora de cientos de personas diariamente por ser cabecera de comarca, que necesita recuperar su no tan lejano pasado de ciudad de servicios y en donde realizar todo tipo de compras, que presume legítimamente de un comercio de primera y de toda clase de ofertas comerciales, no puede dejar pasar más tiempo mostrando su peor cara. Y es que muchos de nosotros obviamos nuestras obligaciones mientras los comerciantes y no pocos vecinos exigen la intervención municipal para que acabe la tolerancia infinita que parece existir entre nosotros en aspectos tan fundamentales como lo de la basura y las defecaciones de los perros.


Particularmente nos alegramos de la decisión municipal y deseamos que sea apoyada masivamente por parte de quienes se vean reflejados en alguna de las dos. Se debería actuar también en el tema de la suciedad en nuestras calles, que solo exigiría algo más de implicación por parte de quienes tienen la fea costumbre de tirarlo todo al suelo, pero suponemos que se estará trabajando en ello y no tardaremos en conocer la actitud municipal para solventar otra deficiencia de calado que compartimos mayoritariamente.