Como
demostrado está, incluso avalado por certificaciones
internacionales, cuando vivimos una crisis, ya sea industrial, de
trabajo, de pareja o de cualquier otro contenido, lo normal es que no
encontremos la solución hasta que alcancemos el precipicio, es
decir, hasta topar con la pared y nos sea imposible seguir. No
queremos decir, de ninguna manera, que este final sea el adecuado y
que definitivamente se solucione el problema, pero sí que se
solventará con todas las consecuencias y para siempre. Algo parecido
está ocurriendo con el asunto de la formación de gobierno en
nuestro país, que sigue estancado suponemos que a la espera de que
los protagonistas alcancen el muro y se cierre el tema,
independientemente de si se consigue el ansiado gobierno de coalición
o se convocan elecciones, que todo puede ocurrir. Así, nada de
nervios y menos preocupaciones, porque si por el momento todo marcha
a la perfección con un ejecutivo en funciones, es posible que sea el
mejor sistema para dirigirnos y lo estemos descubriendo gracias a la
crisis política que compartimos. Es verdad que las encuestas que
marchan paralelas a este trabajoso asunto no ayudan precisamente a
esclarecer el panorama. Las de este fin de semana avisan al Partido
Popular y a Podemos de que registran una importante caída de sus
apoyos, por lo que deberán intensificar sus trabajos para intentar
cauterizar las heridas abiertas como consecuencia de esta locura.
Según
los datos aportados por las pesquisas ciudadanas realizadas por las
empresas dedicadas al menester de preguntar y concluir con sus
intenciones de voto, los socialistas ganan, aunque mínimamente, en
intención de voto, mientras los populares pierden alguna décima. En
el caso de Podemos, parece que se desinfla y de manera ostensible, ya
que desciende de febrero a marzo nada menos que cuatro puntos. El
ganador, Ciudadanos, especialmente su líder, el señor Rivera, que
es el que ha recabado más votos entre los líderes al conseguir la
máxima puntuación entre los máximos representantes. Las quejas más
compartidas por los encuestados: la imposibilidad del acuerdo, la
obstinación de algunos representantes y las ansias mal disimuladas
de algunos de ellos con respecto al poder que buscan a cualquier
precio. Por nuestra parte, sin entrar en disquisiciones sobre los
planteamientos, por supuesto que legítimos, de los partidos
políticos, lo cierto es que lo de pedir sin dar, es decir, lo de
exigir cargos antes si quiera de sentarse a negociar, cuando menos
extraña y merece lo que estamos viendo, o sea, el rechazo de los
pretendidos.
De
hecho, entre Podemos se está dando una situación cuando menos
preocupante por la evolución que sufre en estos momentos al
comprobar que su núcleo fuerte o más conocido se está rompiendo.
Se contabilizan varias dimisiones como consecuencia del no actual que
la directiva del partido ofrece al pacto entre socialistas y
ciudadanos, y la crisis avisa que no se detendrá al menos sin las
justificaciones y explicaciones que demanda un momento tan
complicado. Naturalmente, la actitud del líder de este partido,
lanzando sobre los socialistas todo tipo de injurias, no está siendo
precisamente la mejor en momentos tan especiales. Con todo, como
decimos al principio de este comentario, la solución a esta compleja
crisis política debe estar al llegar si tenemos en cuenta el tiempo
que lleva viva y los problemas que está generando entre la
población, que asiste atónita y preocupada por la evolución de los
acontecimientos. Ojalá no tardemos en confirmar que nuevos tiempos
dejan paso a planteamientos políticos renovados y con posibilidades
de hacernos la vida más llevadera. Ojalá.