No
tenemos capacidad para valorar como seguro merece la noticia, pero sí
que particularmente nos parece que algo va mal en nuestra sociedad,
que no acaba de asumir que la soledad no deseada acaba enfermando a
las personas que la padecen. De hecho, aumenta imparablemente el
número en estos últimos años de acuerdo con un trabajo
desarrollado con este tema de fondo por el Instituto Nacional de
Estadística. Actualmente, el total de hogares formados por un solo
integrante subió en 2015 a nada menos que por encima de los cuatro
millones y medio. Esto quiere decir que este tipo de viviendas
suponen el veinticinco por ciento del total, es decir, uno por cada
cuatro. Precisamente esta subida ha favorecido que, incluso habiendo
bajado la población residente en España, el crecimiento en este
apartado concreto haya sido notorio, ya que supera la cifra de los
dieciocho millones. Entrando en detalles, sepan que la mayoría de
los residentes en este tipo de domicilios son varones y mayores de 65
años; las viudas también están presentes en la estadística en
número muy importante y en claro aumento. No obstante, desde 2015 se
aprecia, contrastando este estudio, un significativo descenso entre
los hombres y un aumento entre las mujeres. Y hay otro dato que
debemos tener en cuenta y que tiene que ver con la edad, puesto que
aumentan también las personas que viven en soledad menores de los 65
años. Es más, precisamente este tipo de hogares registra una subida
que supera los cinco puntos con respecto a datos de años anteriores.
A decir de los técnicos que han elaborado este estudio, hay más
hombres menores de 65 que viven solos por cómo se gestionan todavía
la mayoría de los divorcios y las custodias, destacando el aumento
de las mujeres jóvenes que viven solas y que achaca a una nueva
identidad femenina de la mujer, que ya no prioriza en la vida la
familia y los hijos.
Por
otra parte, de entre los detalles que abundan sobre la valoración de
los técnicos, se explica el hecho de que no aumenta a igual ritmo el
número de hogares unipersonales entre la población mayor de 65 años
por el retraso de la mortalidad. Y es que una mayor esperanza de vida
en hombres y mujeres hace que la existencia de las parejas se
prolongue en el tiempo y en mejores condiciones de salud. El resto de
la sociedad de nuestro país, que es mayoría si tenemos en cuenta
que los anteriores solo representan un diez por ciento, residen en
hogares constituidos por cuatro miembros; le siguen los de tres, en
pareja sin descendientes y familias numerosas. Otro dato que matiza
este estudio tiene que ver con que la estadística de domicilios sube
el número de hogares habitados por familias monoparentales, es
decir, un adulto con hijos, porque, si en 2014 representaban casi un
diez por ciento, actualmente sobrepasan en unas décimas este mismo
porcentaje. No obstante, en la mayoría de los casos son las madres
las que viven solas con sus hijos, representando nada menos que casi
un ochenta y dos por ciento. De hecho, los expertos consideran que
deberían conocerse como familias monomarentales. Y es que, mientras
el año pasado las mujeres con hijos subieron por encima de un seis
por ciento, en el caso de los padres con hijos el aumento llegó
hasta casi un diecisiete por ciento.
Actualmente,
en ocho de cada diez hogares monoparentales, el adulto suele ser la
madre. De este trabajo del Instituto Nacional de Estadística destaca
también la constatación de que los jóvenes se independizan muy
tarde en España, ya que todavía un tercio de la población entre
los 25 y los 34 años sigue viviendo con sus padres. Se trata de un
porcentaje muy superior a otros países europeos, donde la
emancipación llega incluso antes, justo en el período de formación.
El año pasado, y concretamente en el segmento de población que
estamos analizando, lo que más se incrementó fueron los mayores que
viven en pareja con hijos, tal vez por la reagrupación familiar a la
que les ha obligado la crisis.