viernes, 8 de abril de 2016

“PEGASUS” NOS VIGILA DESDE EL AIRE

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Tres años han pasado desde que se decidiera equipar a uno de los helicópteros de Tráfico con un radar que se conoce, especialmente entre los automovilistas, como Pegasus, un elemento o dispositivo en el que está incluida una cámara de vigilancia que es capaz de controlar la velocidad de los vehículos y detectar infracciones desde el aire. Desde ese día, Tráfico ha equipado ocho de los doce helicópteros con los que cuenta con este tipo de radares, de modo que la vigilancia sobre la totalidad de las carreteras de su competencia, en especial las vías convencionales, queda completada. Cada uno de los siete centros de Gestión de Tráfico (A Coruña, Madrid, Málaga, Sevilla, Valencia, Valladolid y Zaragoza) disponen de un helicóptero equipado con el radar Pegasus que realiza misiones de vigilancia carreteras de su influencia. En estos tres años de vida de Pegasus se han realizado 3.821 horas de vuelo en misiones de vigilancia, se han controlado 76.417 vehículos y  se han emitido 18.274 denuncias. En vías limitadas a 120 km/h, la velocidad media a la que circulaban los conductores denunciados era de más de 28 km por encima de la fijada en la vía.  El vehículo que fue detectado a más velocidad de todos los controlados superaba los 240 kilómetros por hora. En vías limitadas a 100 km/h, la velocidad media  de los conductores denunciados fue de 130 km/h y la velocidad máxima detectada y denunciada fue de 195 km/h. Como último detalle, sepan que en las vías limitadas a  90 km/h, la velocidad media a la que circulaban los conductores denunciados era de 122,7 km/h, es decir, 33 km por encima de la velocidad estipulada en la vía. En estas carreteras limitadas a 90 km/h, la velocidad máxima a la que fue interceptado un conductor fue de 199 km/h. 

Estos sofisticados radares constan de dos cámaras, una panorámica que facilita el seguimiento y captación de la velocidad, y otra de detalle que tiene un objetivo que permite leer la matrícula del vehículo y llegar incluso a detectar velocidades de hasta 360 km/h.  Este tipo de  sistema resulta operativo desde 300 metros de altura y a una distancia en línea recta con el vehículo controlado de un kilómetro. Con respecto a un radar fijo, con el que se controla solo un punto concreto de la carretera, este sistema aporta la facilidad para vigilar cientos de kilómetros en un vuelo de apenas dos horas de duración. Desde el aire, con una mejor visión, se puede ser mucho más selectivo en el control de vehículos que circulen con exceso de velocidad o conductas temerarias, además de permitir controlar un vehículo cada tres minutos de vuelo,  por lo que la posibilidad preventiva y disuasoria que aporta este sistema es incomparable. Además de la velocidad, estos radares pueden captar otras infracciones desde el aire, como mantenimiento de la distancia de seguridad entre vehículos, distracciones, uso manual del teléfono móvil, uso de elementos de seguridad, cinturón o el casco, y maniobras peligrosas o antirreglamentarias.

Aceptar que estos modernos elementos de control en carretera han supuesto un antes y un después cuando de aumentar la seguridad de los automovilistas se trata, estamos convencidos de que nos sirve a todos para interpretar con más objetividad el uso de nuestro vehículo. Con todo, teniendo en cuenta que entre el colectivo de automovilistas no creemos que exista ninguno que no sepa del trabajo de estos modernos helicópteros, seguimos asistiendo, no obstante, a cifras de accidentalidad incomprensibles e inaceptables. La habitual e injusta respuesta entre los usuarios sigue siendo la misma: están para recaudar. Sinceramente, creemos que quien así califica se equivoca y además daña la imagen y el trabajo de unos profesionales que tienen como claro objetivo el de salvar vidas.